Muchas veces los sueños se cumplen. El de Jordi Roca era tener su propia fábrica de chocolate. Y se ha cumplido. Abierto hace un mes, Casa Cacao es un obrador dedicado al chocolate en el centro de Gerona. Allí se realiza todo el proceso, empezando ... por el tratamiento de las habas de cacao y terminando en la tienda y la chocolatería. Junto al británico Damian Allsop, su maestro en el mundo del dulce, ahora integrado en este proyecto, han estudiado variedades, fermentaciones y secado, y han viajado a plantaciones de Perú, Venezuela, Colombia o Ecuador para comprar directamente los mejores granos a los productores de pequeñas comunidades a quienes, sin intermediarios, pagan un precio justo.

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Al menor de los Roca, uno de los grandes reposteros de España, se le ve feliz cuando enseña la fábrica y todo el proceso de elaboración. Un proceso que puede verse desde la calle a través de grandes ventanales en los que se agrupan los curiosos. El resultado se puede disfrutar en la vecina tienda. Siguiendo la apuesta por la sostenibilidad que llevan años desarrollando en El Celler, todo se empaqueta con materiales que proceden del reciclado de las cáscaras del cacao que se desechan en la fabricación. Una joyería del chocolate: tentadores bombones, tabletas, cremas para untar… Con distintos porcentajes de cacao que llegan al 80 por ciento y una amplia gama de sabores en función de sus orígenes. Siempre con la procedencia indicada en la etiqueta. En una leo 'Comunidades de Awajun, región de Amazonas, Perú'; en otra, 'Comunidad Arhuaca de Cantazama, Sierra Nevada, Colombia', y así en todas. Junto a la tienda, la chocolatería, abarrotada de clientes que disfrutan con bebidas de chocolate frías o calientes, servidas en grifo con un ingenioso sistema, y de una bollería de lujo que también lleva el sello de Jordi Roca.

En las plantas superiores está el hotel, en este caso el sueño de Anna Payet, la encantadora mujer de Joan Roca. Quince habitaciones llenas de detalles que son una prolongación de la hospitalidad de esa familia. Todo pensado para la comodidad de los huéspedes. Y con una maravillosa terraza con vistas a la parte antigua de la ciudad y en la que se sirven unos desayunos pantagruélicos con productos de proximidad (y chocolate, claro) a la altura de El Celler de Can Roca.

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