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Reconózcanlo. Seguro que alguna vez se han sentido intimidados en un restaurante cuando el sumiller se acerca a la mesa. «No, si yo no entiendo de vinos», balbuceamos a modo de excusa, como si fueran a someternos a un riguroso examen. Gran parte de la ... culpa de que nos sintamos así la tienen los propios profesionales, que parecen haberse esforzado en cultivar una imagen distante y altiva, valiéndose de una jerga ininteligible al profano y embarcándonos continuamente en viajes aquí y allá, sin apenas tiempo de tomar una biodramina.

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elcorreo Sumiller pontífice