![Lunes hostelero](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/10/17/comanda19-kVo-U2201533599344nLG-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Qué mala prensa tienen los lunes. Qué lejos están del excitante viernes, del licencioso sábado o incluso del tentador jueves. Para la inmensa mayoría, es el día de retomar una rutina tediosa, cargando con la resaca del fin de semana, de apretujarse en el metro ... en lugar de en la pista de baile, de cambiar a los amigos por el jefe. ¿Han probado a salir a comer un lunes? No me refiero a un menú del día para oficinistas, sino a un homenaje gastronómico como mandan los cánones. Suerte a la hora de rerservar, porque se encontrarán la gran mayoría de mesas que valen la pena, cerradas a cal y canto.
Sin embargo, hay un tipo de público para el que el lunes –o incluso el deprimente domingo por la tarde– es día de jolgorio, esparcimiento y festejo. Se trata de la misma gente que lleva todo el fin de semana tirando cañas, tomando comandas, friendo croquetas o haciendo tortillas, para que los demás alimentemos nuestros ratos de asueto. Cuando la clientela se recoge a su casa taciturna, pensando ya en las tareas de la semana que comienza, ellos se desparraman por los cuatro o cinco bares que quedan abiertos y hacen planes para celebrar cualquier lunes como si fuera Domingo de Pascua.
Resulta ser un cliente agradecido, cuando por fin se sienta a la mesa. Ojea la carta con voracidad y pide sin miramientos; para un día que se da un homenaje, no tiene ganas de escatimar. Conoce bien el género, porque trabaja con él y valora la mano experta en la cocina: se deshará en halagos hacia una salsa casera con horas de elaboración, pero es difícil darle gato por liebre a base de quinta gama. Descorcha con la alegría del padrino en un bautizo botellas que clientes más enseñorados ni siquiera saben que existen. Ríe a carcajadas, discute acaloradamente, alarga la sobremesa.
Algunos restaurantes están empezando a reconocer que esa clientela formada por gente del gremio a la que da gusto servir es un bocado jugoso que no conviene pasar por alto. Así, el antiguo panorama de persianas cerradas ya no lo es tanto y los que apuestan por abrir para satisfacer a sus compañeros de oficio, acaban siendo generosamente recompensados. Al fin y al cabo, los lunes son menos lunes para los hosteleros.
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