El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero

-¿Me pueden reservar una mesa para cenar mañana?

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-Por supuesto, señor. ¿A qué hora prefiere, a las ocho y media o a las once?

Este empieza a ser un diálogo habitual cuando intentamos conseguir mesa en determinados restaurantes. Cada vez más establecimientos están ... instaurando turnos, especialmente a la hora de las cenas. Un sistema que en España no acaba de gustar pese a que es algo habitual en los restaurantes de medio mundo. Bien es cierto que en esos países los horarios son mucho más amplios. Usted puede cenar en Londres o en Nueva York desde las seis de la tarde hasta la medianoche. Un comensal español raramente llega antes de las nueve, como muy pronto. Y todos a la vez. Solamente los extranjeros, acostumbrados a horarios más tempranos, acuden antes. Eso suponiendo que el restaurante esté abierto, cosa que tampoco ocurre habitualmente.

Durante el invierno es molesto, pero se puede sobrellevar. Pero en verano es un auténtico problema. Llegar a cenar a las ocho, con el sol aún luciendo, no está precisamente entre nuestras costumbres, mucho menos las estivales. Pero no es eso lo peor. En este primer turno ya nos advierten de que, a determinada hora, cuando lleguen los del segundo, tendremos que dejar la mesa. No hay lugar para una de esas agradables sobremesas favorecidas por el relax de las vacaciones.

Si elegimos la segunda tanda, no podremos cenar hasta cerca de las once, una hora que ya empieza a ser tardía. Y eso con suerte, ya que muchos clientes del primer grupo tienden a hacerse los remolones, por lo que es posible que no nos podamos sentar hasta bastante más tarde. Desde el punto de vista del restaurante, este sistema permite rentabilizar mejor el negocio al doblar las mesas. Pero tienen el problema de enfrentarse al malestar del cliente (tengo muchos conocidos que se niegan a ir allí donde hay turnos) y a la siempre complicada tarea de desalojar amablemente a los que cenaron primero, algo que en ocasiones genera problemas y malas caras. Además hay que tranquilizar a los que llegan para el segundo turno y encuentran su mesa aún ocupada.

Rentabilidad y satisfacción del cliente no siempre van de la mano. Tal vez debamos irnos acostumbrando poco a poco, como ya estamos haciendo con la solicitud de una tarjeta de crédito al reservar mesa, algo que parecía imposible hace unos años.

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