Una aldea con bonito nombre que ya predispone: San Feliz. A un paso de Pola de Lena, tan sólo cuenta con 18 habitantes. Allí lleva dos años instalado Xune Andrade, un cocinero con largo recorrido al que conocí cuando trabajaba con la familia Morán en ... Casa Gerardo. Luego, entre otras cosas, un intento fallido de restaurante propio en Gijón y una etapa en Madrid en diversos proyectos. Pero, como están haciendo otros cocineros, Xune decidió regresar a su tierra natal para poner en marcha un proyecto muy personal bajo el nombre de Monte. Aunque está en una pequeña aldea el acceso es fácil. Apenas a un minuto de la autovía A-66 que lleva a Oviedo, nada más bajar el Huerna.
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Monte ocupa el antiguo chigre de la aldea, con un pequeño comedor de apenas siete mesas, la cocina abierta y una agradable terraza para los días en que la complicada climatología asturiana lo permite. Una breve carta y dos menús de precios asequibles introducen al comensal en el entorno de San Feliz. Platos ceñidos a la temporada y al producto del entorno, aunque sin cerrarse a lo de fuera, en los que aparecen técnicas y elaboraciones que son fruto de los años de experiencia de Xune.
Sensible a las nuevas tendencias, apostando por la sostenibilidad y apoyando el desarrollo económico de la zona, el cocinero trabaja con artesanos, ganaderos y agricultores locales con los que, según sus propias palabras, «comparte valores, filosofía y terruño».
La salchicha de cordero xaldo, autóctono de la zona, el chorizo de vaca y cerdo, el brioche 'preñau', la mantequilla ahumada, o unas croquetas de picadillo en la mejor tradición de la escuela 'croquetil' asturiana nos introducen en el territorio antes de platos de nivel como la berenjena asada recubierta con una excelente holandesa reforzada con anisados del monte, o la lubina con una beurre blanc cortada con sidra y aire de berza.
Pero la de Monte es sobre todo una cocina de otoño e invierno. El entorno pide cuchara y Xune se aplica a ella. El salmón con guiso de patatas con costillas, los callos a la asturiana con sus patatinas fritas, o las albóndigas de vaca glaseadas en jugo de pitu son platos que huelen a hogar, a cocina sin prisas sobre el fuego que calienta la casa. Si quieren comer bien, acérquense a esta aldea y disfruten.
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