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Estimado señor: permítame antes de todo un reconocimiento a su difícil y esforzado trabajo. Aunque algunos crean lo contrario, no es nada sencillo estar todo el año recorriendo España de restaurante en restaurante, de hotel en hotel. Por mi propia experiencia sé perfectamente que en ... una buena parte de los sitios que visitamos no se come tan bien como nos gustaría, o el alojamiento no está a la altura. Pero hay que probarlo todo. Usted, respetado inspector, es un profesional que se gana bien el sueldo que le paga una empresa privada de neumáticos que además de vender ruedas se dedica también a orientar a la gente a través de unas guías rojas que se editan en muchos países del mundo, incluido, por supuesto España. No envidio en absoluto su trabajo. Junto a sus colegas, además de ese viajar constante, tienen la difícil decisión de otorgar las estrellas Michelin. Enorme responsabilidad sin duda porque las estrellas lo son todo para los cocineros. Lo volví a comprobar la pasada semana en Sevilla, en la gala de presentación de la Guía para España y Portugal 2020. Los saltos de alegría, las lágrimas apenas contenidas, la emoción del momento, los aplausos entusiastas demuestran que apenas hay algo más importante para un chef que lograr una, dos o, maravilla de maravillas, tres estrellas en su publicación. Y por si fuera poco, lo tienen que hacer desde el anonimato más absoluto.
De verdad que les admiro. Los resultados de su trabajo siempre serán criticados porque elegir uno u otro restaurante, decidir cuál nos gusta más o menos, es siempre algo subjetivo. Y aquí estamos los periodistas, año tras año, criticando sus decisiones. Reitero que no envidio su trabajo. Pero sí me gustaría apuntarle una cosa. De un tiempo a esta parte, la gente a la que le gusta (nos gusta) comer valora cada vez más aquellos restaurantes que se centran en el producto como bandera. En la propia gala del miércoles en Sevilla, los muchos políticos (demasiados) que intervinieron hablaron de eso, del producto. Y sin embargo, tengo la impresión de que usted, señor inspector, y sus colegas, tal vez muy ocupados con tanto y tanto viaje, no se han enterado de por dónde van las tendencias. Que en la Guía de este año sigan sin estrella Lera, ni D'Berto, ni Güeyu Mar, ni los andaluces Los Marinos José, Bar FM o El Campero, por citarle sólo algunos ejemplos, me preocupa bastante. Porque tengo la sensación, y creo que no soy el único, de que en algunas tendencias imparables de la gastronomía, ustedes van por un lado y la realidad va por otro. Dicho sea con el máximo respeto.
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