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El verano empieza para mí cuando pruebo la primera ventresca de bonito. Más de una vez he contado aquí que el bonito es mi pescado favorito. El del Cantábrico, ese Thunnus alalunga de carne firme y suave, más blanca que la del resto de sus ... parientes túnidos. Un pescado ligado al recuerdo de los veranos de mi infancia en Avilés, cuando a la casa de mi abuela llegaban las boniteras, mujeres que, ayudadas con un carrito y una balanza, iban vendiéndolo de casa en casa. Desaparecieron las boniteras, pero el bonito sigue apareciendo cada estío en las costas cantábricas. Una simple rodaja o el rollo de bonito tan popular en Asturias eran para mí, y siguen siéndolo, imágenes asociadas al verano.

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elcorreo Ventresca y verano