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Un espacio único, dos hermanos perfectamente conjuntados, una cocina de alto nivel, un equipo de sala impecable. Cocina Hermanos Torres responde perfectamente a lo que ... cabe esperar de un restaurante triestrellado. Mérito de Sergio y Javier Torres, cocineros con importantes trayectorias. Sergio pasó por Neichel y Akelarre y estuvo varios años junto a Alain Ducasse. Javier por Girasol, Philippe Rochat y el Racó de Can Fabes con Santi Santamaría. Unieron sus caminos en El Rodat, en Jávea, que es donde los conocí, y desde entonces han trabajado unidos. Unidos por la cocina. En Barcelona abrieron primero Dos Cielos y hace cinco años Cocina Hermanos Torres, donde lucen las tres estrellas. Cocineros de mucho nivel, más allá de la fama que haya podido darles la televisión. A quince minutos caminando desde la estación de Sants encontramos un restaurante como hay pocos en el mundo. Una antigua nave industrial transformada por completo aplicando las últimas tecnologías y que tiene como gran escenario central la enorme cocina de pase, rodeada por las mesas, bien espaciadas, que ocupan los clientes. Por allí se mueve un equipo de sala numeroso y eficaz, próximo a los clientes, perfectamente dirigido por Pablo Sacerdote, con Koldo Rubio como primer sumiller. En el menú los Torres evidencian su formación técnica, su gusto por presentaciones vistosas y su idea de una refinada cocina académica, de sabores limpios e intensos, que saca partido tanto de productos exclusivos como de los modestos.
Me gusta visitar a Sergio y a Javier en estos días que enlazan el invierno con la primavera y en los que aparecen productos que apuran la temporada (lamprea, liebre, becada, pato salvaje), que los hermanos trabajan como pocos, junto a otros que empiezan su ciclo como esos guisantes del Maresme de primera florada con jamón ibérico y migas de pastor, que justifican por sí solos la visita. Un clásico. Como lo es el calamar curado con consomé de ave y caviar, tan bueno que lo tienen que repetir temporada tras temporada. Desde la reconfortante escudella que lo abre hasta el postre de cacao que lo cierra, el menú está a un gran nivel. La caballa marinada con su gazpachuelo, el tartar de gamba blanca y buey de mar con una crema picante, los raviolis vegetales de escalivada y los de liebre a la royal, la lamprea a la bordelesa o el arroz con becada son platos que definen a un grande (dos en este caso).
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