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Tenía apenas diez años cuando llegó a España con sus padres. Ninguno hablaba español. Procedían, como tantos inmigrantes chinos en aquellos tiempos, de una pequeña localidad de la provincia de Zhejiang. Se instalaron en Aranjuez, donde abrieron un restaurante de nombre tópico: Gran Muralla. Allí ... empezó a conocer el mundo de la hostelería hasta que en 1995, con 24 años, se hizo cargo de otro restaurante en la calle Infanta Mercedes de Madrid, China Crown. Ahí empezó la revolución. Se acabó el chino de barrio, se acabaron los rollitos primavera, el arroz tres delicias o el cerdo agridulce, sustituidos por otros platos más auténticos. No fue fácil al principio, pero China Crown acabó convertido en un referente en la capital. Así nació un grupo que ahora tiene quince restaurantes y da empleo a más de trescientas personas. La protagonista de esta historia es una mujer infatigable y tenaz, María Li Bao. El María se lo pusieron al llegar a Aranjuez, un nombre con el que se siente muy a gusto. Ahora es la reina (emperatriz le dicen algunos) de la restauración china en España.
El grupo, de cuyas cocinas se ocupa el hermano menor de María, Felipe Bao, formado en importantes escuelas, incluye marcas como Shangai Mama, Le Petit Dim Sum, Tottori, Fuku, o un gran espacio para bodas en Aranjuez, con capacidad para 2.500 personas, en el que, como presume María, se celebran casi todas las bodas importantes de chinos en España. Lógicamente la joya de la corona ha sido el restaurante China Crown, que da nombre al grupo y que en 2020 se trasladó al corazón del barrio de Salamanca madrileño. Y digo 'ha sido' porque desde hace unos meses la estrella es Bao Li, situado a espaldas del Congreso de los Diputados, frente al Teatro de la Zarzuela. Esta nueva casa sube un par de peldaños en lo que podemos considerar alta cocina china. Por instalaciones, por servicio, por bodega y, sobre todo, por su refinada oferta culinaria, Bao Li es, sin duda, el mejor (y el más caro) restaurante chino de Madrid y probablemente, con permiso del Shangai de Barcelona, de España. No es casualidad que el embajador de China sea un cliente habitual. Sus refinados dim-sum, los platos creados por Felipe Bao innovando sobre el recetario tradicional, o la recuperación del Buddha Jump, un sabroso cocido a base abalones, pepinos de mar y panceta, justifican la visita.
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