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Mis maestros del periodismo me decían que no es bueno opinar en caliente. Por eso he esperado unos días para escribir sobre algunas cosas que pude leer en torno a la última edición de Gastronomika. En concreto dos asuntos sobre los que, con máximo respeto ... para quienes los plantearon, estoy en profundo desacuerdo. El primero son las afirmaciones de una cocinera en el mismo escenario del Kursaal asegurando que en los congresos gastronómicos falta hablar de aquello que hay que cambiar. Planteaba que en este tipo de foros se traten los problemas que afronta la hostelería, desde las jornadas laborales hasta los precios a cobrar. A este respecto me van a permitir que reproduzca textualmente el comentario que un destacado personaje de nuestra gastronomía hizo en Twitter al día siguiente: «A los congresos de gastronomía se va a hablar y escuchar de gastronomía, para el que quiera lecciones de economía y gestión hay otros foros. Ir al carnicero a por merluza…» No tengo más que añadir.

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