La cocina, la gastronomía para ser más precisos, está llamada a ser uno de los salvavidas de los territorios despoblados, un punto de atracción que puede contribuir a fijar a la población rural y a proteger los ecosistemas. Pero para ello, los cocineros rurales y ... sus restaurantes necesitan todo el apoyo posible. El nuestro, como clientes, visitándolos con frecuencia. Y el de los políticos adoptando las medidas que faciliten la gestión de esos negocios, ya compleja de por sí. Lo mismo ocurre con agricultores y ganaderos, representantes de un mundo rural acosado y perseguido desde la UE con impresentables políticas y que se niegan a que ese mundo desaparezca sepultado por una legislación restrictiva dictada por burócratas desde Bruselas.

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En esta defensa de lo rural, las mujeres tienen un papel fundamental. Lo vio claro Benjamín Lana, responsable de la división de Gastronomía de Vocento, poniendo en marcha hace cuatro años Féminas, un congreso internacional dedicado a «Gastronomía, mujeres y mundo rural» que en octubre celebró su cuarta edición. Y lo tiene claro la Asociación para el Desarrollo Rural de la Montaña Central de Asturias, que anualmente concede los premios María Luisa García, en recuerdo de una mujer que, con sus libros de cocina tradicional editados en la segunda mitad del pasado siglo, dignificó la figura de las guisanderas. Premios que reconocen a mujeres que han dedicado su vida a la cocina, enriqueciendo y preservando la cultura gastronómica, y a productoras o empresarias que fortalecen la economía local y mantienen el patrimonio rural.

Este año, las cocineras premiadas han sido Viri Fernández, de El Llar de Viri, en Candamo, por su papel como pionera y referente de la cocina tradicional asturiana, y a nivel nacional Rosa Macías, del Bar FM de Granada, que en cuarenta años de trabajo convirtió un modesto bar de barrio en referente de la cocina de producto. Otro premio fue para Rocío Martínez, productora artesanal de fabas bajo la IGP Faba Asturiana. Importante en un año en el que el exceso de lluvias ha dejado bajo mínimos la producción de estas legumbres. Y el de proyección rural para Verónica Gutiérrez por revitalizar el pueblo de sus abuelos, Hueria de Urbiés, con iniciativas como la creación de un bar-tienda a la vieja usanza o la recuperación de alojamientos rurales. Cuatro mujeres que representan esa defensa de un mundo rural que nunca deberíamos perder.

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