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Se trata de fórmula que se ha extendido en los últimos años. Dos cocineros, o más, que se reúnen en la cocina de uno de ellos para elaborar un menú especial con algunos de sus platos más representativos. Es lo que se conoce como 'cuatro ... manos'. No soy muy partidario de estas comidas grupales, que suelen tener resultados un tanto decepcionantes. Pero no cabe duda de que es una forma de descubrir el trabajo de importantes chefs sin necesidad de viajar hasta sus restaurantes, casi siempre muy alejados. Aunque no me convenza la fórmula, tengo que reconocer que en algunos de estos 'cuatro manos' se logran resultados brillantes. Así ha sido en dos de esos menús que he podido disfrutar en los últimos días, elaborados por cocineros que están entre los más destacados de nuestro panorama gastronómico.
El primero en el estupendo hotel Santa Catalina de Las Palmas, donde se ubica Poemas, restaurante asesorado por los hermanos Padrón (con dos estrellas en El Rincón de Juan Carlos, en Tenerife) y en el que ejerce como jefa de cocina la joven y talentosa Icíar Pérez. Los Padrón recibían a uno de los cocineros más en forma en estos momentos: Benito Gómez, de Bardal. Sintonía perfecta en los platos. De los anfitriones su ya clásico turrón de morcilla canaria, la caracola de apio o la anguila benedict. De Benito Gómez, el higo en escabeche de higuera, las navajas con tomate o la blanqueta de paletilla de conejo con brocheta de sus interiores. Platos excelentes para un cuatro manos que justifica la fórmula.
El segundo ha sido en realidad un seis manos (ocho para ser exactos). En un lugar muy alejado del primero, Asturias. Con motivo del congreso Gastrollar, Xune Andrade, el más prometedor de los cocineros asturianos, recibió en Monte, en la aldea de San Feliz, a Pedrito Sánchez de Bagá, el restaurante de Jaén que todo el mundo quiere visitar, y a Lydia del Olmo y Xosé Magalhaes, de Ceibe, en Orense. Tres restaurantes con una estrella, los tres situados en plazas difíciles, los tres en un gran momento. La merluza de Celeiro al vapor con pilpil de espinas de Ceibe, el alga nori a la meuniere de Bagá, o la albóndiga de vaca, manzana asada y jugo de manitas de Monte son sólo tres ejemplos de otro menú de altura. Si todos los cuatro manos fueran como estos, me apuntaría siempre.
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