Si hay algún sector en el que el dicho popular «dar gato por liebre» tiene sentido es en el gastronómico. En el mundo de la restauración hay una mayoría de gente seria, responsable y honesta, pero hay también 'listillos' que se ven favorecidos por el ... poco nivel de exigencia de algunos clientes. Son esos que venden productos congelados como si fueran frescos o que ofrecen pescados criados en piscifactorías como salvajes. Porque el fraude no está en servir productos congelados u obtenidos en un entorno artificial. El engaño está en hacerlos pasar por frescos o por naturales, y, sobre todo, en cobrarlos como si lo fueran.
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Un estudio de la Universidad de Oviedo publicado hace un par de años revelaba el fraude en la comercialización de las zamburiñas en Asturias. La mitad de las 148 muestras analizadas estaban mal etiquetadas, en su mayor parte debido a la sustitución de las auténticas, escasas y muy cotizadas, por otras especies diferentes. Casi siempre reemplazadas por volandeiras, más bastas y más baratas pero con un aspecto similar. Pueden diferenciarlas porque las zamburiñas tienen una concha más oscura, casi negra, y sobre todo porque las primeras tienen la lengua roja o de un naranja muy fuerte. Servir unas por otras es un fraude extendido en España.
Aún es más grave constatar que en veinte de los restaurantes analizados lo que se vendía como zamburiñas eran vieiras del Pacífico, especie cultivada en Perú y Chile que nos llega congelada a precios muy inferiores. No me cansaré de insistir en la necesidad de que el público esté bien informado y sea exigente. Pero lo verdaderamente triste es que tenga que ser un estudio universitario el que demuestre un fraude bien conocido y que muchas veces hemos denunciado. ¿Dónde están las inspecciones de la administración a estos establecimientos? ¿Por qué se mira hacia otro lado? Esa dejación de funciones permite la proliferación de esos 'listillos' sin escrúpulos.
Entre tanto, que no les den gato por liebre. Y vayan a comerlas a sitios de confianza. Por ejemplo al Bar Oviedo, de Ribadeo. O a Etxebarri, donde Arginzoniz las borda a la brasa. O a D'Berto, en O Grove, la gran casa del marisco en Galicia, donde he comido las mejores que recuerdo. Su propietario, Berto Domínguez, me comentaba que hace veinte años nadie las quería y ahora son uno de los productos más cotizados de las aguas gallegas.
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