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Seguramente nunca han oído hablar de él porque su producción y su consumo se ciñen al suroccidente de Asturias, hasta el punto de que incluso es un gran desconocido en otras zonas del Principado. El chosco de Tineo es pariente de otros embutidos como el ... botillo del Bierzo, seguramente el más conocido gracias a la promoción que de él hizo Luis del Olmo, o el butelo y la androlla gallegos. Pariente, sí, pero el chosco resulta más delicado y es el único que puede consumirse en crudo. Todos comparten piezas del cerdo como ingrediente, el ahumado imprescindible en tierras húmedas, el embutido en tripa natural y la sal y el pimentón como condimentos. La diferencia fundamental está en las partes del cochino que se emplean. El botillo principalmente costilla y una parte de rabo; el butelo también costilla y el añadido de magro, espinazo y huesos de la cabeza; la androlla, más basta, costillas, pieles y algunos trozos magros. Sin embargo, el chosco lleva cabecero de lomo y lengua lo que le da una textura y un sabor mucho más refinados. Siempre con el humo y el pimentón como inequívocas señas de identidad.
Los cuatro se suelen someter a largas cocciones en agua antes de servirlos en la mesa. Siempre acompañados de patatas, verduras como repollo o grelos, y en ocasiones algún que otro chorizo. El hecho de que el chosco se pueda consumir en crudo porque ya lleva una cocción previa le da muchas más posibilidades en la cocina. Se pudo comprobar en una presentación la semana pasada en el restaurante Berria de Madrid y que sirvió como puesta de largo de este peculiar embutido. El cocinero Pepe Ron, del Bar Blanco, de Cangas del Narcea, lo presentó en un notable carpaccio con emulsión de encurtidos y en una 'trufa' que lo llevaba como relleno, elaboración ganadora de varios campeonatos de pinchos. En la parte tradicional se sirvió el chosco con patatas cocidas y como ingrediente de un pote de berzas elaborado por el restaurante Casa Lula, de Tineo, uno de los grandes especialistas en este guiso que en su zona suele incorporar este embutido. No llevaban chosco los frixuelos que elaboró Juanjo López, de La Tasquita de Enfrente, pero fueron el mejor remate para una comida que llevó a Madrid la cocina de las montañas del suroccidente asturiano y puso en valor este embutido que les animo a probar.
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