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Quedan apenas tres semanas para que se conozcan las nuevas estrellas de Portugal. En el país vecino están convencidos de que este año toca, por fin, su primer triestrellado de la historia. No creen que se repita la decepción de la anterior edición, la primera ... con guía propia, en la que la racanería de Michelin volvió a hacerse patente. Este va a ser por fin el año, me dicen mis colegas portugueses, mientras que los cocineros se muestran más prudentes. Son conscientes de que unas expectativas excesivas no ayudan aunque por dentro suspiren por los galardones. Ya he comentado que personalmente tengo tres favoritos para conseguirlas: José Avillez (Belcanto) y Henrique Sa Pessoa (Alma) en Lisboa, y Rui Paula (Casa de Chá da Boa Nova) en Oporto. En las últimas semanas he podido comer en los tres y todos tienen méritos suficientes. La visita más reciente ha sido a Rui Paula y su maravilloso restaurante.
Casa de Chá da Boa Nova está en un edificio espectacular diseñado por Álvaro Siza sobre el mar, en los acantilados de Leça da Palmeira, a veinte minutos del centro de Oporto, originalmente concebido como casa de té, de ahí su nombre. Declarado monumento nacional, es un perfecto ejemplo de cómo integrar una construcción en el paisaje. Allí se instaló en 2014 Rui Paula y allí ha conseguido las dos estrellas con una cocina actual centrada en producto marino y un menú que toma como referente los viajes de los exploradores portugueses por América, África y Asia en los siglos XVI y XVII. ¿Cuándo veremos en España un menú dedicado a las gestas de nuestros descubridores?
La lubina en su hábitat, el carabinero con espárragos blancos, el bogavante con piña de las Azores y, muy especialmente, la cigala en sopa coreana, son platos de muy alto nivel en un restaurante que sólo por sus vistas y por su ejemplar equipo de sala ya merecería la visita. Y como ejemplo de que un buen cocinero tiene que dominar la cocina tradicional, Rui tuvo la amabilidad de invitarme al día siguiente a probar una cataplana de pescado típica del Algarve. Como ocurre con nuestra paella, el recipiente en el que se elabora da nombre al plato. Corvina, gambas blancas y roja, berberechos, percebes… con puntos perfectos de cocción. Y su guarnición de ñoquis y verduras. Tras las cristaleras un temporal en el Atlántico. Felicidad.
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