Empieza a ser habitual que cocineros que alcanzan un cierto prestigio se dejen tentar para abrir nuevos restaurantes avalados con su nombre. Pero no todo vale. Para expandirse hacen falta equipos bien preparados y pocos son capaces de formarlos adecuadamente. Y no todos los sitios ... son iguales. Lo que funciona en unos no es aplicable a otros. La tentación es grande, pero puede llevar a grandes fracasos y a una pérdida de prestigio al no cumplir las expectativas de los clientes. Dos ejemplos: Cebo y Mareantes. El primero es la aventura madrileña de dos estupendos cocineros, Javier Sanz y Juan Sahuquillo, que con apenas 23 años encandilaron al mundo gastronómico desde Casas Ibáñez (Albacete) con su restaurante Cañitas Maite y un año después con Oba, premiado con una estrella. Ambos han marcado un camino propio cargado de técnica, refinamiento y respeto por el producto. Pero, quizá por su juventud, Javier y Juan han querido abarcar demasiado y cayeron en la tentación de triunfar en Madrid aceptando la oferta de un lujoso hotel. Por el momento Cebo no está al nivel de Cañitas ni de Oba, con una cocina irregular a la que se une el precio de un menú caro incluso para un Madrid de facturas disparadas. El comedor no se llena como esperaban.
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Mareantes es la cervecería-restaurante en Sevilla, también en un hotel, de Rafa Zafra, que vuelve así, en cierta forma, a su tierra. El sevillano cuenta con una larga experiencia con los hermanos Adrià, primero como jefe de cocina en Hacienda Benazuza y luego en Heart Ibiza. Ahora se ha convertido en uno de los grandes cocineros de producto. En sus restaurantes Estimar de Madrid y Barcelona, y durante el verano en Casa Jondal, de Ibiza, ofrece lo mejor de lo mejor del mar. Pero Sevilla no es Madrid, y ese producto excepcional que maneja Zafra tiene su precio. Así que parece que los sevillanos han dado la espalda a Mareantes. De nada ha servido bajar los precios, y consecuentemente la calidad de la materia prima, alejada ahora de la que se ofrece en Estimar. Tampoco ayuda un servicio muy flojo. El otro día el restaurante estaba vacío. No así la terraza, que situada junto a la Puerta de Jerez es perfecta para turistas. Pero no parecía que el público extranjero consumiera mucho más que cervezas. Dos ejemplos claros de que para triunfar no basta con el nombre.
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