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Cada vez más gente se quita el gluten porque creen que es más saludable pero sin que ningún médico se lo recomiende. Eliminar esta proteína de la dieta pese a no estar diagnosticado de celiaquía se ha convertido en una tendencia al alza en los últimos años alimentada, sobre todo, por las redes sociales y, en concreto, por la creencia popular de que el gluten engorda.
El gluten es un conjunto de proteínas de pequeño tamaño, contenidas exclusivamente en las semillas de los cereales de secano, fundamentalmente el trigo, pero también la cebada y el centeno, así como cualquiera de sus variedades e híbridos -como la espelta- y algunas variedades de avena. Algunas personas no pueden tomar nada que contenga la proteína porque daña el revestimiento de su intestino delgado. Se trata de la celiaquía, una enfermedad que en España sufren entre un 1 y un 2% de la población, es decir, entre 450.000 y 900.000 personas.
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Silvia Osorio
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Pero, ¿qué ocurre cuando dejamos de tomar este componente sin prescripción médica a pesar de no ser alérgicos? Natxo Gómez, dietista-nutricionista vizcaíno especializado en nutrición deportiva y clínica, señala que en personas sanas, sin ninguna otra enfermedad, no sucede nada, es decir, no se producen carencias nutricionales.
«Quitar el gluten no daña la salud. Es una proteína de bajo valor biológico. No pasa nada si lo quitamos, tenemos muchas otras fuentes mejores de proteína: legumbres, huevo, carne, pescado, proteína vegetal (soja)», afirma el especialista. Puede haber personas, que sin ser celíacos podrían beneficiarse, incluso, por reducir o evitar su consumo. «Como efecto secundario, la calidad de la alimentación mejoraría, ya que muchos de los alimentos catalogados como insanos (bollería industrial, harinas refinadas, galletas, comida rápida...) en su composición lleva gluten. Por lo que evitaremos comer dichos alimentos», explica el experto con consulta presencial en Bilbao (Fisioclinics Nutrición) y con cuenta activa de Instagram (Natxo_gb).
El nutricionista bilbaíno, además, desentierra que quien decide no tomar gluten se vuelve intolerante a él. «Eso sí puede ocurrir con la lactosa, pero no con el gluten», asegura. El panorama cambia cuando son personas que sufren otras patologías las que deciden quitarse el gluten porque sí. En estos casos, Gómez advierte de que el organismo se puede resentir: «Aumentar la inflamación, la autoinmunidad, la hinchazón abdominal o la pesadez de las digestión», arguye.
Gómez también desmiente la creencia popular de que el gluten engorda y que, si no se toma, conseguiremos adelgazar. Puede ocurrir, pero no será por quitar el gluten en sí. «Es completamente un mito. Solo bajamos de peso si consumimos menos calorías de las que necesitamos. Pero, es cierto, como decía antes, que al reducir el gluten, reducimos el consumo de alimentos poco saludables (harinas refinadas, bollería industrial, ciertas bebidas alcohólicas, como la cerveza...)», precisa el experto.
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