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Estas navidades no haga lo que no tiene sentido
Jantour | Navidad

Estas navidades no haga lo que no tiene sentido

Saltarnos la comida para compensar la cena de Nochebuena es un error desde el punto de vista de la salud, y cometemos más

Miércoles, 27 de noviembre 2024, 19:11

Es curioso lo exquisitos que nos ponemos en Navidad, y no me refiero a ñoños, mojigatos o refinados. Después de un año en que nos hemos cuidado de aquella manera, decidimos que las fiestas de fin de año son un atracón insano y, hala, tomamos las decisiones más equivocadas. Y lo peor: estamos tan convencidos de que lo que hacemos está bien que luego vamos y nos damos una palmadita en la espalda. '¡Jo, qué buenos somos!' Pues no. Hay cantidad de hábitos que damos por buenos y no lo son tanto. Como por ejemplo, ese de comer menos –o directamente no comer– el día de Nochebuena y Nochevieja para compensar las zampadas previstas para la noche. Le suena, ¿verdad? Yo también lo he hecho y es una tontería supina, no vale para nada.

Una encuesta nacional realizada en Orlando (Estados Unidos) ha puesto de manifiesto que dos de cada cinco ciudadanos están preocupadísimos por lo que jaman durante las fiestas de fin de año; y muchos de ellos, pero muchos, hacen cosas sin sentido para intentar compensar los excesos. Esto nos lleva a una noticia buena y otra mala.

La buena es que los nutricionistas dicen que no hay que sentirse culpables porque nos permitamos algún capricho navideño. No... pasa... nada. Son sólo cuatro comidas, cinco a lo sumo si se cuenta la del día de Reyes. En nutrición no cuenta la excepción, sino la regla. El hábito que mantenemos durante todo el año es el que nos premia con salud o nos condena con enfermedad.

Alimentación consciente

Lo descrito –y ésta es la mala noticia– no es exclusivo de Orlando. Aquí funcionamos exactamente igual. «Si no se está acostumbrado al ayuno, saltarse una comida puede generarnos un problema mayor que el que tratamos de evitar», explica la nutricionista de la red IMQ Camila Hernández. Puede llevarnos a sentarnos a cenar con ansiedad y a comer demasiado rápido, sin ser conscientes de lo que ingerimos. Mal.

En cambio, si llegamos a la mesa saciados, aunque con apetito, podremos tomar decisiones más inteligentes en torno a la comida. Tener conciencia de qué se está ingiriendo, la cantidad servida en el plato y la velocidad a la que se zampa ayudan de manera eficaz a una jamada saludable.

Otro de los errores más comunes de las comidas navideñas consiste en evitar ciertos grupos de alimentos con el fin de equilibrar las calorías de la ingesta. Por ejemplo, quitarse los hidratos de carbono. Pues no. Es la mejor forma de desequilibrar nuestra dieta habitual, la que sea. El remedio se convierte una vez más en algo peor que la enfermedad; especialmente si se tiene en cuenta que el objetivo de la alimentación navideña no es tanto la dieta –aunque la cuidemos– como los factores emocionales, culturales y sociales que rodean la mesa. Es decir, la tradición, la familia, las personas que amamos.

Olvídese del peso. Déjese de controlar permanentemente los kilos. Coma de forma consciente y si gana algún kilillo de más, no se preocupe, ya lo bajará luego. Esa obsesión no es buena para su salud ni le permite disfrutar de la fiesta.

Ojo con la mezcla

También es una mala idea tomarse analgésicos antes de acostarse para rebajar la resaca del día siguiente. La mezcla resulta explosiva. Lo mejor es no beber alcohol;si lo hace, que sea con moderación; y si se pasa –por su salud, mejor no– beba agua y deje al hígado y los riñones que cumplan su función. Es lo saludable.

En fin, lo de siempre, planifíquese, coma fruta y cuele las verduras en sus menús. Pero sobre todo y pese a todo, disfrute de las fiestas. Feliz Navidad.

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