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Las ensaladas son como las bicicletas, para el verano. Pero las verduras también. Ya sé que la campaña estival no ha comenzado todavía, pero estamos teniendo una primavera fantástica y la huerta lo sabe. Venga, acérquese conmigo a esta frutería imaginaria de Jantour. Mire: aguacates, ... albaricoques, cerezas, las primeras ciruelas, melocotones... y además acelgas, borraja, cebollas variadas –esas rojas son fantásticas–, espinacas, zanahorias, lechugas de colores, espárragos... Cuantos más colores, mejor, más saludable. Cada uno de ellos es el emblema de un nutriente. Cabría decir que no se puede pedir más, pero sí. Sí se puede: que sean de cercanía, producto de la huerta vasca, navarra, riojana o cántabra. Delicioso.
No es una cuestión de boina –chovinismo que dirían los más cultos–, sino de salud. El producto de cercanía resulta más fresco y protege el medio ambiente. Hay muchas razones para apostar por el género local, incluyendo económicas, que en los tiempos de corren todo cuenta. Les vamos a dar unas cuantas. Tome nota.
1. Mayor sabor, frescura y nutrientes. No hay que pensar demasiado. Las frutas u verduras locales son más frescas y sabrosas porque no tienen que ser almacenadas durante tiempo o transportadas desde lugares lejanos.
2. Más saludables. Cada producto en su momento. Consumir género de temporada aporta al organismo los nutrientes que necesita en cada momento. Los producto del tiempo suelen contener nutrientes que ayudan a combatir los problemas de salud propios de cada época del año. No curan, pero protegen. Haber completado el ciclo natural en el momento de la recolección hace que los frutos conserven mejor sus propiedades nutricionales, aromas y sabor.
3. Contienen menos fertilizantes. Los alimentos locales son siempre los más sostenibles del mercado. El género que se obtiene fuera de temporada crece gracias al uso de químicos contra plagas y favorecedores del crecimiento, Ni tienen ni el sabor ni la calidad nutricional del producto de temporada. No son malos, pero tampoco tan buenos como los locales obtenidos en su momento.
4. Menos desperdicio alimentario. Los españoles tiran a la basura el equivalente a 250 euros de comida al año, según datos anteriores a la pandemia. Con la inflación ya serán más. Las largas distancias obligan a almacenar el género, con mayor riesgo de que se pierda.
5. Están mejor de precio. El producto de temporada favorece el ahorro familiar. Los proveedores locales se evitan los gastos de importación y los de almacenaje. También mucho intermediario.
6. Apoyo a la economía local. Si su tierra va bien, usted va bien, no lo dude. El consumo de frutas y verduras locales favorece a las empresas de su entorno y, en consecuencia a la economía local. Los productores más cercanos no necesitan tanto invernadero y tanto acondicionador de temperatura para producir lo que la huerta da por naturaleza.
7. Son más sostenibles. Se malgasta menos energía cuando se consume producto local. Al ser menor el gasto en energía, conservación y almacenamiento, la huella ecológica, el pago al planeta por todas estas acciones, también es más pequeños.
8. Mejores conservas. Los beneficios se perciben a todos los niveles. En buena lógica, el producto que se conserva madurado, en su punto, siempre contendrá mejores propiedades nutricionales que el que se embota inmaduro.
En resumen, una ensalada de verdura con un poco de fruta puede ser hoy la mejor opción. Lo mire como lo mire... ¡Pues sí! Yo ya me lo voy preparando. Hoy con un poco de piña fresca.
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