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Sé que no le gusta lo que acaba de leer. Pero éste es mi trabajo. Hay muchas formas de desayunar, pero hacerlo a media mañana con un café con leche y un pintxo de tortilla es de las peores. Digamos que irse a trabajar con ... un cafelito corrido o sin él ya es una costumbre, si no mala, mejorable. Pero romper ese ayuno con un chute calórico como el que acostumbramos en este país es un grave error. También sé que en muchos corazones la tortilla de patatas compite con los huevos fritos como el plato estrella, el del amor de sus amores. Tengo amigos y compañeros que también incluirían en ese podium a los callos y las patas de cerdo. Que sí, que lo sé, pero recuerden que éste es el rincón de la nutrición.
Retrasar el desayuno hasta media mañana, que a veces son solo un par de horas, puede no ser una mala idea. «Si tú no tienes mucho apetito por la mañana, pues vale». Lo dice la endocrinóloga y nutricionista Nerea Gil, de la red IMQ. Otra cosa distinta son los niños y adolescentes, que deben ir a clase bien desayunados. Sólo con un sueño reparador y un poco leche, fruta y cereales (de los de verdad, sin chocolate ni azúcar) es posible afrontar las asignaturas de primera hora de la mañana, que suelen ser las más difíciles de roer.
Ahora bien –y volvemos al mundo de los adultos– si uno opta por su cafecillo después de la ducha y un tentempié mañanero es mejor que se olvide de la tortilla de patatas. «Por un día no pasa nada, pero para todos, de lunes a viernes, no parece la mejor idea». El huevo, explica la especialista, es un alimento muy bueno. Pero en la tortilla de patata lo que prima –y por eso se llama así– son las patatas fritas y el aceite, que tienen sus 'efectos secundarios'.
De entrada, un desayuno así constituye un aporte calórico innecesario. Semejante chorro de hidratos de carbono a media mañana constituye un potente golpe de azúcar, que sólo sirve para saciar en falso el apetito. No sin contrapartidas, claro. Esa inmediata sensación de saciedad no durará mucho tiempo, porque produce un pico de insulina muy alto que se digiere también muy pronto. En poco tiempo, volverá a sentir ganas de comer.
El consejo de la especialista es repartir las ingestas diarias en cinco comidas, en función de los horarios de cada uno. Si se opta por salir de casa en ayunas (un café no puede decirse que sirva para romper el ayuno nocturno), lo ideal sería meterse a media mañana una tostada con algo de proteína o grasa.Algo de jamón o quizás untada con un poco de aceite de oliva virgen extra podría ser ideal. Incluso una simple tortilla francesa, pero sin nada más.
Otra posibilidad consiste en tomarse por la mañana unos cereales auténticos –integrales, de avena o asimilados–, acompañados de un café. Para que ese desayuno fuera completo habría que repartir entre esa primera comida del día y el tentempié de media mañana una pieza de fruta y un yogur. La fruta, por cierto, ha de ser entera; por norma, no vale el zumo, que supone otro aporte innecesario de azúcar.
Todo esto del pintxo mañanero oculta, además, otra cuestión que tampoco es menor. «Retrasar el desayuno se considera como una forma más de ayuno, que es algo que no siente bien a todo el mundo», alerta Nerea Gil. Ponerse a funcionar sin probar bocado les pone malas a muchísimas personas. Les duele la cabeza, se marean, se ponen de mal humor. Por mucho que haya oído hablar de las bondades del ayuno, no se empeñe. Si no le sienta bien, no merece la pena.
Por cierto, otro de los desayunos con más éxito en nuestra tradición es el que presenta la rebanada de pan tostado con mantequilla y mermelada. Está fantástico, pero de sano, nada. Es otro pecado mortal. Un tocho innecesario de azúcar y otro de grasa. ¡Qué se cree, que a mí no me gusta! ¡Pues claro! Pero lo dicho, hablamos de salud.
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