Luis del Olmo y los pirulís de La Habana
Historias de tripasais ·
El añorado padre de Don Celes defendió siempre que los caramelos con palo habían sido inventados en Cuba por un vascoSecciones
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Historias de tripasais ·
El añorado padre de Don Celes defendió siempre que los caramelos con palo habían sido inventados en Cuba por un vascoHan pasado casi dos meses desde que se nos fue Olmo, pero aún hoy nos sorprendemos al llegar a la contraportada del periódico y ver que nos falta la aventura diaria de Don Celes. Si la fuerza de la costumbre es poderosa imagínense la resistencia de una fielmente practicada cada día durante 52 años. Eso en EL CORREO, porque alguien habrá de naturaleza tan longeva como Luis del Olmo Alonso (1922-2021) que lleve disfrutando de las peripecias de Don Celes desde 1945, año en el que el dibujante bilbaíno creó a este personaje para 'La Gaceta del Norte'.
Quizás su relevancia como humorista gráfico haya hecho que durante estas últimas semanas de homenajes y recuerdos la faceta periodística de Olmo haya pasado un poco más desapercibida. Fue reportero de sucesos, corrector y editor además de autor de una columna que, como las aguas del Guadiana, aparecía y desaparecía, razón por la se tituló 'De cuando en cuando'. Aquellos breves textos constituían una auténtica crónica de costumbres que, con el personal estilo de Olmo, analizaba la vida cotidiana de forma irónica y amable.
De vez en cuando utilizaba aquel espacio para rememorar anécdotas de su infancia o tradiciones desaparecidas que, como él mismo decía, no habían podido disfrutar «los niños de la era atómica»: colarse en el tranvía, jugarse la paga en la ruleta del barquillero, salpicarse yendo a por agua a la fuente o perseguir a algún pobre vendedor, ya fuera el lechero, el carbonero o el deshollinador. El Olmo niño no tenía una idea sana, pero sus travesuras eran tan inocentes como comunes entre la chavalería de aquellos tiempos previos a la Guerra Civil.
Alborotar a las palomas del Arenal, tirarse por los resbaladizos muelles de la ría y jugar al fútbol con una piedra como balón también figuraban entre los entretenimientos infantiles de entonces. Todos simples, todos gratuitos. Cuando se tenía algún céntimo en el bolsillo lo clásico era gastárselo –igual que ahora, en eso los niños atómicos no han cambiado– en chucherías. La golosina por la que se pirraban todos aquellos críos de pantalón corto encerraba una promesa dulce y exótica venida de La Habana. Daba igual que realmente se hubiera elaborado en Solokoetxe o en Amurrio: su cubana denominación de origen no faltaba nunca en el pregón de sus vendedores. «¡Pirulís de La Habana se comen sin gana!». «¡Al rico pirulí de La Habana, el que no lo compra no lo jama!».
Luis del Olmo añoraba tanto los pirulís que hizo suya una misión casi imposible: la de recordar al mundo que esta chuchería con palo era anterior (y en su opinión, muy superior) al supuesto invento del Chupa-Chups y encima demostrar que su creador original había sido vasco. Tal fue su obstinación que trató el asunto pirulero al menos en trece ocasiones desde 1974. En 1990 por ejemplo explicó a los lectores más jóvenes la esencia del pirulí, «hecho de caramelo con forma de cono alargado y con un palillo para agarrarlo, envuelto en un papel blanco que era difícil de arrancar y había que quitarlo casi a lametazos».
De vender los pirulís se encargaban los piruleros, que acarreaban consigo el artilugio que pueden ver ustedes en la foto, una percha de madera con varias alturas y agujeros en los que se sujetaban los caramelos puestos boca abajo. No tenían más misterio ni más ingredientes que azúcar, agua y esencias de limón, menta, fresa, anís o coco. El caramelo caliente se vertía en unos conos hechos de papel encerado, dentro de la masa se clavaba un palito de madera y al solidificarse el pirulí adquiría su forma y su agarradero.
El 28 de septiembre de 2002 Olmo desveló en su columna que este icono de la confitería era en realidad obra de un vizcaíno, y no de uno cualquiera. ¿Se acuerdan ustedes de José Arechabala, el inventor del ron Havana Club? Hablamos aquí de él hace unos tres años y por entonces yo no sabía que gracias al empeño de Olmo, este cubano nacido en Gordexola figura en varias páginas de internet como el padre del pirulí. Según el dibujante la historia era completamente verídica y a él se la había contado Ángel Inoriza, pariente al parecer del famoso indiano.
Cierto es que don José Arechabala emigró a Cuba en 1862 y que en Matanzas tuvo una gran refinería de caña de azúcar. Con la melaza hacía ron y con el azúcar –unido a su gran ingenio empresarial– bien pudo haber ideado un dulce que se pudiera consumir sin mancharse las manos. ¿Es cierta esta teoría? Podría ser. Los pirulís se anunciaron siempre y en toda España como un producto originario de Cuba, de donde llegaron en torno a 1915. Sería genial que un vasco hubiese inventado el caramelo con palo y, además, quién soy yo para quitarle la razón al querido Olmo.
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