Isabel II y los bizcochos de Mendaro
Historias de tripasais ·
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Historias de tripasais ·
La reina protagonizó en 1845 una curiosa anécdota gracias a la cual los dulces típicos de esta localidad guipuzcoana ganaron fama nacionalAna Vega Pérez de Arlucea
Jueves, 11 de julio 2019, 17:51
No podemos tildar los bizcochos de Mendaro de «sabor perdido», pero casi. Que yo sepa solamente se siguen elaborando en un establecimiento a pesar de haber sido, junto con los chocolates de Saint Gerons, emblema gastronómico de este pueblo guipuzcoano desde mediados del siglo XIX. ... Para que los ubiquen ustedes en la categoría correspondiente de su paladar, piensen que los bizcochos mendaroarras están hechos únicamente de huevos, azúcar, harina y si acaso, una sospecha de aroma de limón, todo cubierto con una delicada glasa azucarada que parece porcelana. Tradicionalmente se consumían acompañando al chocolate a la taza y se hicieron célebres de la noche a la mañana gracias a un episodio protagonizado por la reina Isabel II y el sacristán de la localidad.
Podemos encontrar el relato original de esta anécdota en el 'Boletín del Ejército', publicación en la que el 10 de septiembre de 1845 apareció una carta relatando la visita que pocas semanas antes habían hecho la reina, su hermana y su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias a este pequeña municipio del Bajo Deba. «Se hacen en Mendaro unos bizcochos cuya riquísima masa les ha dado tanta fama dentro como fuera del país. Queriendo el ayuntamiento del pueblo hacer un obsequio a la reina, les pareció que el más digno de su excelsa persona era poner en tan reales manos una muestra de la industria del pueblo, y al efecto mandó hacer un gran bizcocho el cual con una corona real encima debía servir para expresar el sentimiento de lealtad y afecto del pueblo de Mendaro.
Llegó el día y el regidor del pueblo, persona a quien se le encargó pusiese en manos de S. M. el dulce presente, lo hizo dirigiéndole a la reina estas palabras: 'Señora, este viscocho haser en Mendaro para ti, no haser otra cosa en Mendaro, solo haser viscochos… parte éste con la madre'. Hízole a la reina esta arenga mucha gracias, pero más aún en la iglesia al hallar que el regidor, el de la arenga y el sacristán eran tres cargos distintos en un solo hombre verdadero». La anécdota del alcalde-sacristán y su sencilla ofrenda fue copiada en los días siguientes en muchos medios de comunicación de la época, y se hizo tan famosa que se llegó a decir que a partir de entonces, cuando la reina tenía que aguantar algún discurso interminable se acordaba con simpatía del lacónico sacristán de Mendaro.
Los bizcochos siguieron haciéndose y vendiéndose con gran éxito tanto en romerías de la zona como en la misma estación de tren de Mendaro, lugar junto al que hoy en día está la calle Martzela Osoro, nombre de la mujer que durante muchos años fuera la experta en la elaboración de este dulce. De ella y de su técnica de batido a dos manos habló por ejemplo Jose María Gorrotxategi en el libro 'Historia de la confitería y repostería vasca' (1987), y tenemos incluso la suerte de poder ver su antiguo proceso de fabricación artesanal en un vídeo emitido por el programa de RTVE 'Oficios para el recuerdo' en 1988.
A partir del minuto 12 pueden ustedes observar el batido manual de las claras en caldero de cobre, el formado de los bizcochos sobre papel, su cocción en horno de leña y la aplicación posterior de la glasa. Una delicia que a este paso, y a pesar de la promoción que en su momento le hizo Isabel II, está en grave peligro de extinción.
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