Guía para organizar una comida de cuadrilla en cinco restaurantes

Cena con la cuadrilla? ¡Siií! pero ¿quién se encarga de organizarla? La tarea puede poner a prueba las amistades más sólidas, por eso conviene elegir con cuidado. En estos cinco restaurantes de Bilbao están acostumbrados a lidiar con grupos de amigos, se adaptan a las necesidades de cada cual y tienen precios comedidos. Para asegurarse de que todo el mundo sale contento.

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Si son una cuadrilla de sibaritas pero el presupuesto no alcanza para ir cada sábado a un estrella Michelin, enfilen la cuesta de Miribilla y siéntense a la mesa del batzoki. No es broma. El menú degustación que despliega el polifacético Igor Ruiz en la casa del partido acaricia el paladar y calla bocas a partes iguales. Si lo de la alta cocina no termina de convencer a los más conservadores, la casa ofrece fórmulas para todos los gustos. Chuletón, arroz con bogavante, opciones vegetarianas y veganas, todo a unos precios super competitivos. Ahora solo falta convencer a los disidentes de que aquí se viene a comer y beber, no a hablar de política.

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A este txakoli de Artxanda con vistas idílicas sobre el Cantábrico peregrinan cada fin de semana decenas de cuadrillas, atraídas por sus precios ajustados y la buena mano con las brasas de Óscar García Baldeón y su equipo. El caserío dispone de dos amplios comedores, uno más tradicional y otro moderno, pero es en las campas circundantes donde se forma, si el tiempo lo permite, el ambiente popular que da encanto a lugares como el Simón. Tanto bajo techo como al aire libre, lo que no falla es una carne superior de frisona madurada entre 30 y 45 días y asada a la brasa de carbón de encina.

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El Casco Viejo ha sido tradicionalmente el escenario predilecto para una juerga con la cuadrilla, pero cada vez son más escasos los restaurantes de la vieja escuela capaces de alimentar la fiesta con los criterios de antaño. El Baste, en la calle María Muñoz, es uno de esos ejemplares que resiste estoicamente a los envites del tiempo. Su especialidad son los tigres, pero la carta ofrece mucho más: bacalao al pilpil, chipirones, revuelto de hongos, chuletillas, fritos variados y unos morros a la vizcaína para mojar una barra de pan. Vinos de Rioja Alta a precios contenidos que invitan a pedir sin miedo la siguiente magnum.

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Fundado en 2004 como el primer txoko abierto al público, con el tiempo se ha ido transformando en un restaurante especializado en grupos, pero manteniendo ese característico ambiente de camaradería que hace del txoko el refugio natural de la cuadrilla. Ofrecen menús desde 28 a 50 euros, pero están abiertos a personalizar cualquiera de sus fórmulas para adaptarse a los caprichos del tiquismiquis de turno. Contentar a los amigos es su especialidad.

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El que avisa no es traidor, este no es un local con florituras, decoración modernita y camareros estirados. Más bien todo lo contrario, se esconde tras un portón de garaje y un letrero de refrescos. Aquí el lujo son los centollos, bogavantes, percebes y nécoras que enjoyan la barra cada fin de semana o esos rodaballos y lubinas de campeonato que asa con maestría Fernando Gutiérrez y su equipo. Se recomienda rematar la faena con alguno de esos guisos de casquería que sellan los labios, quizá para que no desvelemos el secreto de un garito que seguro que no deja indiferente.