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Elena Sierra
Sábado, 19 de septiembre 2020, 01:54
Antes de que todo esto que se llama nueva normalidad comenzara, y antes de que lo que se denomina vieja normalidad saltara por los aires, el espacio gastronómico de La Ribera contaba con diez locales especializados en diversos tipos de cocina. Allí se podía comer ... el aperitivo, darse algún capricho más contundente –de mar y de tierra– y hasta zamparse el postre con un buen café. Quién dice postre dice desayuno y merienda también, que conste.
Ahora, con la reapertura, no se han levantado las diez persianas pero eso no significa que no siga siendo posible hacerse el menú completo en pequeño formato o toda una degustación y sin moverse prácticamente del sitio, que esa es una de las grandes ventajas de la propuesta.
Porque las gildas de La Bodeguilla y las cervezas a mansalva (más de 50 referencias y 8 grifos draught beer de distintas marcas y orígenes) de Cervecería Arambarri, los productos de cerdo, vaca y pato de las mejores zonas de aquí y de allá de Txerri Duck –con marcas como Joselito y Chateau de Canard–, las elaboraciones entre pan y pan –bocadillos, sándwiches, hamburguesas, perritos calientes– de Gloria Bendita, las cositas de la mar y la gastronomía cantábrica asociada a cocidos y platos tradicionales de Casa Loren, las especialidades típicas de las freidurías del sur de la península, las tempuras y masas de fritura de Me Tienes Frit@ y la repostería y los zumos, chocolates, cafés e infusiones de La Dulcería están de vuelta.
Vamos, que faltan la enoteca, los combinados y los arroces y pastas de Cvne, Vermuteka y Pastyrroz, pero que eso no significa que se vaya a salir con hambre del mercado de La Ribera, eso seguro. La idea, el concepto con el que se abrió la zona gastro no ha cambiado, es que los comensales le echen un ojo a los expositores y cartas que comparten este espacio común y se diseñen su propio 'menú'.
Y además, que lo puedan degustar en la terraza, que tan necesaria se ha vuelto en estos tiempos; esta parte al aire libre no solo tiene más de cien metros cuadrados, con lo que será raro no encontrar sitio y por lo tanto sentirse agobiado, sino que tiene vistas de 360 grados sobre la ría de Bilbao.
Los siete locales que están abiertos en esta nueva etapa tienen, dentro de sus especialidades, sus recetas más buscadas. Así, en Casa Loren ofrecen pulpo, bacalao al pil pil y oreja y en Me Tienes Frit@ animan a probar sus croquetas caseras y los torreznos. En La Bodeguilla defienden a ultranza la gilda clásica, la de toda la vida, entre las 30 que preparan, mientras que en el Txerri Duck saben que ganan con sus jamón Joselito cortado a cuchillo.
De Gloria Bendita salen y salen hamburguesas de todo tipo. Acompañan bien las cervezas de Arambarri, sin duda, pero si se decanta uno por lo dulce, no está de más pedir la pantxineta de La Dulcería con una taza de café ecológico de pequeños productores, que a eso se dedican.
Y, claro, antes o después de pasarse por la zona gastronómica, lo suyo es hacer la compra en algunos de los puestos de toda la vida del que sigue siendo desde su fundación, allá por agosto de 1929, el mercado cubierto más grande de Europa.
Este edificio de estilo racionalista diseñado por Pedro de Ispizua es punto de venta de casi todo lo que se puede poner en la mesa, y encima se ha convertido con el paso de los años en todo un icono de la ciudad, el segundo edificio más visitado por los turistas, solo por detrás del Guggenheim. Son muchas las razones para hacerle una visita.
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