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ANE ONTOSO
Jueves, 21 de diciembre 2017, 19:24
Cuando el cocinero empieza a cantar los platos del menú, a los caminantes se les hace la boca agua al escuchar la amplia de lista de primeros y segundos con los que repondrán fuerzas después de una buena caminata. El chef pronuncia cada receta con soltura, con tanto mimo que apetece probar casi cualquiera de ellos. Se decantan por unas lentejas con verdura, arroz marinero, huevos fritos y bacalao al pilpil. Da comienzo el banquete. Buenas raciones y buena mano. Los postres, caseros, insuflan un poco más de placer antes de volver al coche, no sin antes contemplar la hermosa ermita de Nuestra Señora del Socorro. En Pobeña.
Bienvenidos al paseo Itsaslur, una ruta que une los barrios de Pobeña y Kobaron, en Muskiz, que recorre el trazado del antiguo ferrocarril minero y enlaza con la Vía Verde del Piquillo, que discurre por suelo cántabro hasta el barrio castreño de Ontón. Partimos del párking de la playa de La Arena y atravesamos los 100 metros que la separan de Pobeña una vez cruzado un puente bastante ‘goldengatetiano’ que sobrevuela la desembocadura del Barbadún. Un plus para añadir a nuestro paseo, indicado para todos los públicos.
Dónde A 20 kilómetros de Bilbao y 84 kms. de Vitoria en coche. Línea A3321 (Portugalete-La Arena-Muskiz) de Bizkaibus.
Webs viasverdes.com y muskiz.org.
Al llegar a la otra orilla debemos girar a la derecha (por la residencia) para darnos de bruces con un tramo vertical de escaleras. Ciento veinte peldaños que son, quizá, el tramo más difícil del intinerario -para personas con movilidad reducida, edad avanzada, carritos de bebé, patinadores o ciclistas se puede hacer el paseo al revés, desde Kobaron-, en su mayoría llano. Es un repecho, sí, pero merece la pena. El ruido de las olas te avisa de que estás cerca. Solo hay que recorrer un pasadizo de eucaliptus y robles y aparece el Cantábrico. A partir de aquí, el resto del camino fluye por un balcón natural sobre el mar.
Avanzamos tranquilos con un intenso olor a salitre que impregna nuestros sentidos. De repente nuestro camino asfaltado se bifurca. Quienes sigan de frente, por la senda principal, podrán ver de lejos el antiguo cargadero de mineral El Castillo de la compañía minera Mac Lennan, que se aprecia más cercano por el otro tramo. Fue el primero en Bizkaia y el único, de los 23 cargaderos que llegó a albergar la ría del Nervión, que embarcaba sus minerales en mar abierto. Una opción de carga que presentaba grandes dificultades, tanto para su construcción, en la que la obra ejecutada durante días era destruida por el mar en pocas horas, como para su posterior uso durante los días de mala mar, que complicaba el atraque de los barcos.
Ibai Alde (Pobeña) El restaurante de los hermanos Zabalo, Xabier y Carlos, abrió sus puertas en 1986. En él, además de un trato impecable, se puede disfrutar de producto local y cocina de calidad. Puedes encontrar lentejas, arroz marinero, puré de puerros de Pobeña, sopa de pescado, espárragos a la vinagreta, costilla de ibérico deshuesada, chuleta, solomillo, sardinas de Maliaño... o su plato estrella, el bacalao al pilpil. El pescado se lo traen los hermanos Gorostiaga, «los únicos arrantzales que quedan en Zierbena» y saben darle un punto delicioso a la parrilla. Dónde Barrio de Pobeña, 20. 946706612. Cierra Lunes.
La Maloka (Zierbena) Este local ‘amazónico’ ofrece, además de unas vistas inmejorables al mar, hamburguesas, sándwiches, ensaladas, pizzas (no perderse la ‘maloka’ y la ‘Mundaka’), arroces, carnes, pescados, platos combinados, raciones y hamburguesas, de las que triunfan las gourmet: de jabalí, cordero, cerdo ibérico, buey del Esla, cordero, espinacas, foie... Dónde Playa La Arena, 17. Cocina abierta De 11.00 a 23.30 horas. 946365157. Cierre No cierra. Web lamaloka.biz.
Asador Zubia (Pobeña) Desde 2014, Irama Beltrán elabora en el Asador Zubia cocina tradicional con toques internacionales, que importó de su estancia en Cuba y Perú durante varios meses y que puede hallarse en algunos de los platos del restaurante. Se trata de un negocio familiar, especialistas en carnes y pescados a la brasa. Dónde Pobeña, 15. 946706925. Cierra Lunes. No perderse Arroz con bogavante.
Mugarri (Pobeña) Alberto San Vicente, Alicia Fernández y sus dos hijos llevan este restaurante «con alma» de toda la vida (descienden de los dueños del Txiki) en Pobeña. Bordan los pescados a la brasa, tienen marisco de su vivero y sus platos estrella son la ensalada de txangurro y las almejas a la plancha, además de cualquier pescado (rey, besugo, rodaballo, lubina rape...). Los postres son caseros y destacan la tarta de queso y la de calabaza (local). Ofrecen, asimismo, ocho apartamentos para quien desee disfrutar más del entorno. Dónde Camino Morenillo, 2. 617038292. Cierra Martes. Web restaurantemugarri.com. No perderse Ensalada de txangurro y tarta de calabaza.
Nos sentamos cinco minutos a observar el abismo y los molinos gigantes que a lo lejos se funden en uno mientras giran sin tregua como un tiovivo. En este punto, advertimos higueras retorcidas por el viento como sarmientos de viña. Continuamos y empezamos a divisar Castro Urdiales a lo lejos. A la izquierda nos acompañan prados con cabras y vacas con pitones prominentes que desafían a la ley de la gravedad. A lo largo de la ruta hallamos también hasta seis fuentes y bancos que recuerdan a las traviesas de las vías.
En nuestro caminar, en el que disfrutamos vivamente de la naturaleza, descubrimos unas poleas herrumbrosas que servían hasta hace no tanto para la extracción de algas. Un panel informativo explica el proceso. Otro indicador cercano ilustra sobre el mapa geológico de la zona, donde afloran materiales formados hace unos 100 millones de años. Casi se nos ha agotado el ‘carrete’ del móvil.
Después del pequeño ejercicio de arqueología industrial, seguimos por el balcón costero que ya toca a su fin tras una curva atrincherada por donde el ferrocarril se sumergía en el interior. Ahí se enclava el aparcamiento y área recreativa de La Juncosa. Hemos tardado una hora y cuarto con paradas para capturar instantáneas y estamos a tres kilómetros de La Arena, muy cerca del barrio de Kobaron, al que llegaríamos por el camino de la izquierda. Pero tomamos el de la derecha, que transcurre hasta Ontón (otros tres kilómetros para quien quiera un paseo más exigente).
Dejamos atrás un caballo con calcetines blancos y dos burros en una ladera, una foto cada vez más difícil, para entrar en la Vía Verde. El terreno cambia, ahora más pedregoso e incómodo. El sendero hace una herradura por el barrio de El Hoyo para entrar en el interior y salir de nuevo a la costa. Como toda vía del ferrocarril, no sería nada si no tuviera su túnel. Leemos una señal con advertencias y penetramos en el corredor del Piquillo. A la salida divisamos al fondo el cargadero de Dícido (Castro).
Decidimos volver. Debemos deshacer el camino y el hambre aprieta. Soñamos con un pescadito del restaurante de los hermanos Zabalo. En Pobeña.
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