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iratxe lópez
Viernes, 30 de agosto 2019, 17:42
Es un barrio residencial pero también la zona adorada por los surfistas. Al fondo se impone la presencia del monte Ulia que rompe el azul del mar con su toque de verdor. En Gros destacan dos vecinos: El Kursaal y la playa de la Zurriola. El primero fomenta la cultura; el segundo, el deporte. Ambos adornan el entorno de este rincón abierto al Cantábrico en el que se han instalado multitud de locales. De todos los estilos, con un aire cosmopolita, dinámico y joven. La primera parada reivindica lo clásico en la Bodega Donostiarra, en la calle peatonal Peña y Goñi. Allí resulta imprescindible pedir la tradicional gilda donostiarra, unión de guindilla, anchoa y aceituna. Nació debido a que antiguamente los locales de hostelería no servían comida, por lo que los obreros portaban sus platos de casa. La bodega, abierta en 1928, se ha hecho famosa también por sus tortillas preparadas al momento.
Cambio de tercio. En el Topa Sukalderia (Aguirre Miramón, 7), esperan la influencia del chef Andoni Aduriz, poseedor de dos estrellas Michelin, y un mural de Judas Arrieta. El local aplaude la relación entre vascos y latinoamericanos. Deberás probar el Tacotalo al pastor vasco. Sobre una masa que combina maíz y mijo, cereal que se usaba en esta tierra antes de la llegada del maíz tras el descubrimiento de América. A base de carne de cerdo adobado con pimienta de espelette y cocinada en un horno giratorio. Y manzana de Errezil, aguacate, pico de gallo y panceta.
Mantenemos el aire latino en el Café Kursaal (Ramón María Lili, 2), que fusiona cocina tradicional vasca y mexicana. A los fogones, recibe a sus clientes Juan Veloz, mejicano de nacimiento y donostiarra de corazón según él mismo confiesa. Allí pediremos Taquito de conchinita pibil con guacamole y cebolla encurtida, alguno de los pintxos a la brasa disponibles o unos tacos. El Ramuntxo Berri (Peña y Goñi, 10) tiende al blanco, a la madera y la luminosidad. Cuentan con un pintxo especial que los clientes eligen tanto como aperitivo como postre, el Queso de brie rodeado de semilla de amapola y mermelada de tomate casera. Y brillan con luz propia los Txipironcitos crujientes.
Nueva parada en el San Francisco 33, bocatería localizada en Barandiaran, 24. Fachada de madera verde, encimeras de mármol, tablas de madera rústica. Chefs como Arzak, Berasategui y David de Jorge firman las creaciones que combinan de forma sorprendente. La más solicitada, bocata Belartieta con pan crujiente, cama de rúcula, queso brie, tomate, cilantro, aguacate y un chorrito de limón.
Queda la visita al Bergara (General Arteche, 8), un referente de la cocina en miniatura. Algunos de sus pintxos como el Txalupa –gratinado de setas con langostinos–, el Udaberri –calabacín con crema de cigalas– o el Itxaso –rape con crema de marisco– lucen premios en la solapa. Todos forman parte de la oferta caliente, pero cuentan además con la fría: chupito de txangurro, hamburguesa de tomate con bacalao macerado, falsa lasaña de antxoas…Y la posibilidad de pedir un menú degustación de seis pintxos con postre y bebida.
La siguiente elección tiene un pasado. En 2005 Nubia Regalado inauguró el Hidalgo 56 con el chef de estrella Michelin, Juan Mari Humada Hidalgo. Situado en Paseo Colón, 15, ofrece su emblemático Volcán de morcilla con yema, pasas y manzana. También el pintxo de Bacalao gratinado con jugo de pimientos, el original Mojito de tomate y jamón, la Espiral de begi-aundi rellena de ratatuille con crema de cebolleta y tinta. Y una exitosa novedad, la de Anchoas A…humadas.
Un último consejo. Conviene acercarse hasta el Iraeta (Padre Larroca, 2), donde destaca sin lugar a dudas la variedad de foies preparados de muchas maneras. El estallido de sabor que recibirá tu boca compensa de sobra la pequeña barra plagada a pesar de ellos de una cola de pintxos calientes que alegran el día a cualquiera.
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