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Las cumbres nevadas de los Picos de Europa enmarcan el casco antiguo y la iglesia de Santa María de los Ángeles.
Monumentos y pescado en San Vicente de la Barquera

Monumentos y pescado en San Vicente de la Barquera

Su patrimonio y los paisajes invitan a recorrer la villa cántabra fronteriza con Asturias, un lugar famoso por ser tierra de paso y de una suculenta gastronomía

iratxe lópez

Lunes, 4 de noviembre 2019, 16:30

Miles de turistas recorren hoy San Vicente de la Barquera, respiran el aire salado de esta villa marítima cántabra. Antaño lo hicieron peregrinos que completaban la ruta costera del camino hacia Santiago. Por eso no es un lugar anodino, al contrario. Su belleza natural se funde con la patrimonial ofreciendo a quienes la visitan playa, un Conjunto Histórico Artístico monumental y gastronomía.

San Vicente de la Barquera (Cantabria)

Si el día de la cita el sol ilumina la localidad conviene zambullirse en las aguas de la playa Merón, caminar a través de sus cuatro kilómetros divididos en El Puntal, El Rosal, Merón, Bederna y Peñas Negras. Antes o después de la zambullida hay que contemplar la iglesia de Santa María de los Ángeles, erigida entre los siglos XIII y XVI. Grande, imponente, sus formas se presentan armoniosas a los ojos, plagadas de rasgos del gótico montañés. La torre parece querer dar sombra a los feligreses que admiran las dos puertas románicas de austera belleza. Dentro hay que fijarse en el sepulcro del inquisidor Antonio del Corro, escultura funeraria que destaca por el detalle.

Carácter religioso tiene también otra de las joyas del municipio, el Santuario de la Barquera. Asomado al mar a la entrada del puerto, parece aguardar con melancolía el regreso de un amor nunca retornado. Dicen que fue allí donde hace siglos se apareció la Virgen de la Barquera, patrona del lugar. Los orígenes del edificio han de buscarse en la Edad Media, antes del siglo XV, cuando surgen las primeras referencias escritas conservadas sobre su presencia. El interior protege cauteloso la imagen de la Virgen de la Barquera, venerada como pocas. Cuentan antiguas leyendas que apareció en la zona un martes de Pascua florido a bordo de una embarcación diminuta en la que no cabían tripulantes. Sin velas ni remeros arribó a la costa. Aseguran que después, durante siglos, la figura obró milagros, señalando la dirección del viento a los marineros.

Las creencias religiosas quedan a un lado para ocuparse del palacio de la familia Corro. De estilo renacentista, cumple ahora una función clara, la de sede del Ayuntamiento. El inquisidor mandó construirlo en el siglo XVI para dar cobijo en él a los vecinos pobres y enfermos. Una fachada clasicista con decoración plateresca y dos blasones relacionados con su fundador ornamentan este característico inmueble.

Al castillo

Y del palacio al castillo, llamado del Rey. Dicen los expertos que es uno de los mejores ejemplos de arquitectura defensiva de toda la región. Se construyó en el año 1210, cuando Alfonso VIII había concedido el fuero a San Vicente de la Barquera. Pero muchos narran otras historias, como que a mediados del VIII el rey asturiano Alfonso I realizó la primera repoblación de la villa. Por entonces, continúan convencidas las leyendas, los reyes de Castilla se reservaron el señorío sobre esta edificación defensiva, cediendo por un tiempo su alcaldía. Hasta que en 1453 Juan II concedió la tenencia a los lugareños en la persona de su representante, el Procurador General.

Sea cierto o solo un cuento más, está claro que tras su cuidadosa rehabilitación las dependencias acogen eventos que han impulsado la cultura en la región. Existe una muestra permanente sobre la historia y naturaleza de la villa.

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