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Peces de la 'Colección de producciones de los mares de España', ca. 1790. (BNE).
Jantour | Historias de Tripasais

Fernando Mieg, el señor de los peces

Historias de tripasais ·

Profesor de Historia Natural y director del Instituto de Bilbao, el naturalista nacido en Madrid estudió en profundidad la pesca del Cantábrico en el siglo XIX

Miércoles, 2 de febrero 2022, 01:14

A veces una historia local comienza muy, muy lejos, en un lugar que nada tiene que ver con el sitio en el que terminará el cuento en cuestión. La historia de nuestro protagonista de hoy empezó a Basilea y acabó en Bilbao, que aparte de ... la B inicial y de estar también en Europa tiene muy poco en común con la ciudad suiza. Allí nació en 1780 un niño llamado Johann (o Jean, ya se saben ustedes lo políglotas que son los suizos) que, andando el tiempo y con un largo viaje de por medio, fue padre de uno de los mejores naturalistas vascos: el señor Fernando Mieg Eislin (1823-1906).

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La lista de méritos y logros de Fernando Mieg es tan larga que parece mentira que no se haya dado su nombre a ninguna calle o institución bilbaína. Catedrático de Historia Natural y Fisiología, director del Instituto Provincial de Vizcaya (el que estuvo en la plaza Unamuno), concejal del Ayuntamiento de Bilbao, responsable de instrucción pública e higiene del consistorio, impulsor de la Escuela de Artes y Oficios, de la Academia de Música y de la Biblioteca Municipal… Enfocó su pasión por la biología, la geología y las ciencias naturales hacia el terreno práctico, estudiando la flora y fauna del País Vasco y contribuyendo de manera decisiva a obras científicas sobre el tema o convirtiéndose en pionero de la apicultura, la agronomía y la metereología vascas.

Poca obra escrita

Colaboró fervientemente con la Real Academia de Ciencias Naturales enviando datos de animales y plantas presentes en Euskadi y existe hasta un escarabajo bautizado en su honor, el Galeruca miegi. En 1881 hizo el primer estudio sobre el efecto de la filoxera en las viñas vizcaínas, montó el primer observatorio meteorológico de Bilbao y, por si fuera poco, en su currículo está también el haber sido uno de los profesores que más influyeron en Miguel de Unamuno o Telesforo de Aranzadi. Pero nadie se acuerda de él, quizás porque apenas dejó obra escrita. Estaba muy ocupado dando clases, recolectando plantas en el monte o participando en todas las iniciativas culturales que se emprendían en Bilbao y sus alrededores.

Nacido en Madrid de padre helvético y madre alemana, Fernando Mieg tuvo la suerte de contar con buen ejemplo en casa. Su padre, Johann/Jean/Juan Mieg, había estudiado ciencias y de manera casual acabó en Francia siendo profesor del infante Antonio, hijo del exiliado Fernando VII. En 1814 se trasladó con la familia real española a Madrid, donde fue nombrado director del Real Gabinete de Física y se convirtió en un naturalista de gran prestigio. Su hijo siguió sus pasos trabajando primero como profesor en el Seminario de Bergara y desde 1857 como catedrático de Historia Natural del Instituto de Bilbao, del que sería director a partir de 1884.

Nombres, artes de pesca y usos

El señor Mieg vivió en Bilbao hasta su muerte. Aquí se casó, aquí nacieron sus siete hijos y aquí también recopiló los datos por los que hoy le recordamos. El 21 de febrero de 1862 nuestro protagonista escribió una carta al eminente zoólogo Mariano de la Paz Graells (1809-1898), de quien había sido alumno, enviándole de paso un trabajo titulado 'Noticia sobre algunos peces procedentes de la costa cantábrica'. Graells era entonces director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid y un experto ictiólogo, así que agradecía cualquier información que le pudieran suministrar acerca de las artes de pesca tradicionales, los nombres que recibían los peces en distintos puertos o sus diferentes usos alimentarios.

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Y eso fue lo que hizo Fernando Mieg, mandarle una decena de páginas acerca de los pescados que se capturaban, vendían y comían en toda Bizkaia indicando los nombres comunes que recibían tanto en euskera como en castellano, los lugares en que se pescaban y diversas observaciones fisiológicas sobre su fisiología, abundancia o precio de mercado. Todos esos datos los utilizó luego Graells en su 'Manual práctico de piscicultura' (1864) o en la 'Exploración científica de las costas' (1870) y de este modo las observaciones de Mieg sobre pitarrosas, bermejuelas, arraingorris, sarbos, colayos o angulas pasaron al mundo científico. Don Fernando fue uno de los primeros en asegurar que las angulas eran crías de anguila, pero en ese resbaladizo terreno nos meteremos otro día.

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