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Jesús Lens
Jueves, 22 de febrero 2024, 16:49
Deben formar parte de cualquier 'revoltillo' que se precie, sea el más popular o el llamado gourmet. A la hora de combinar frutos secos para acompañar la cerveza de antes de comer, la del partido de turno o el gin-tonic de media tarde; el ... pistacho no puede faltar. Da lo mismo que sea usted de revoltillo de quicos, habas secas y pipas o, más sibarita, combine almendras, avellanas y cacahuetes: el pistacho siempre debe estar en esos cuencos tan tentadores como canallas y pecaminosos.
En primer lugar, porque al entretenerse quitándole la cáscara ralentizará el ritmo de ingesta. Y en este caso, desde luego, menos es más: un atracón de los adictivos 'revoltillos', sobre todo si llevan gominolas, es una auténtica bomba calórica. Pero además, de todos los frutos secos, el pistacho es el que menos calorías aporta al cuerpo. Y aun así, hablamos de cerca de 600 kcal por cada 100 gramos.
Consolémonos hablando de lo bueno del pistacho en facetas como el colesterol, por ejemplo, que ayuda a combatir el malo y a reducir la tensión arterial. Además, de acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición, es fuente de proteína vegetal y lípidos y es muy rico en hidratos de carbono.
Y por seguir utilizando terminología bélica, como si nuestro cuerpo estuviera en guerra permanente, los pistachos combaten las enfermedades cardiovasculares además de rebajar los índices glucémicos. Si le sumamos su aporte en minerales como fósforo y potasio, son aliados de estudiantes y demás personas que estrujan el cerebro un buen número de horas al día. También es aliado de los deportistas.
El pistacho fue uno de los grandes activos económicos del imperio persa, donde se le conocía como pisteh. Tiene tanta importancia simbólica que sus árboles productores estaban en los mismísimos Jardines Colgantes de Babilonia.
El árbol del pistacho se adapta muy bien a los climas cálidos, por lo que nuestro país empieza a ser un auténtico paraíso para este fruto seco. Su origen más lejano lo sitúa en el Asia Central hace 7.000 años, allá por Persia, Turquía y Afganistán. Como tantos otros productos, llegó a Europa gracias a Alejandro Magno, al que un día de estos deberíamos rendir tributo como embajador gastronómico de primer orden, bisagra entre Oriente y Occidente. De Grecia pasó a Roma y se extendió por toda Europa.
El pistacho es un ingrediente esencial de la repostería de origen árabe y está muy presente en las recetas de la cocina de Al Andalus del sur de España. Sabor clásico en los helados más coloristas, por su sabor y textura acompaña perfectamente cualquier ensalada: con las que llevan queso, en concreto, va de lujo. También encaja muy bien en recetas de pastas y arroces, pero ojo con la suma de calorías. Junto a las carnes marida excelentemente, ya sea en las salsas ya sea en terrinas, pero es más difícil llevarlo a las recetas de pescado.
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