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Piparra, la delicada guindilla vasca

Piparra, la delicada guindilla vasca

La delicada guindilla vasca se beneficia de los veranos suaves y lluviosos y conquista en todo el mundo

Esperanza Peláez

Lunes, 31 de agosto 2020, 10:32

El pimiento fue de los primeros productos nativos de América aceptados en el Viejo Mundo. Entre el siglo XVI y el XVIII, variedades del género Capsicum empezaron a aclimatarse y a adquirir rasgos propios en Europa. Es el caso de la variedad Ibarroria autóctona del País Vasco, especialmente vinculada a la comarca guipuzcoana de Tolosaldea. Lo que la hace tan especial son las condiciones climáticas de la vega, donde los veranos suaves y lluviosos y la abundancia de agua hacen que la guindilla desarrolle menos capsaicina (la sustancia picante del pimiento) que en otras latitudes.

Esto, sumado a una recolección temprana (idealmente cuando el fruto mide entre 6 y 12 centímetros), propicia que las características visuales sean un color verde amarillento brillante y una forma alargada, lisa y recta, sutilmente combada hacia el extremo de la cola (de ahí que también se les llame 'langostinos de Ibarra'), y que en los aromas predomine la pirazina, también presente en hierbas verdes como el perejil.

Una joya vegetal cuya temporada se extiende desde finales de julio hasta octubre. Tradicionalmente se embotaban las últimas piparras de la temporada cubiertas de vinagre de vino blanco rebajado para disponer de ellas durante el invierno y acompañar platos contundentes, pero la calidad y delicadeza de este encurtido lo consagró como una delicatessen que en 1997 se distinguió con el sello de calidad y origen Eusko Label (bajo el nombre de 'Guindilla de Ibarra') para protegerlo de las imitaciones.

La piparra no solo es amada en toda España, sino que se exporta a diversos países europeos, Australia y Estados Unidos. La presencia del sello Eusko Label es la máxima garantía de calidad, pero a la hora de comprarlas frescas, además de comprobar el origen, es importante fijarse en que los frutos estén sanos, de un color verde amarillento brillante, sin rugosidades en el cuerpo y con los ápices también verdes, y que la longitud de la parte comestible oscile entre 5 y 12 centímetros. Fritas en aceite de oliva y terminadas con un poco de sal; salteadas solas o con crustáceos, o crudas en ensaladas o condimentando pescados, son un auténtico manjar verde.

Pimentón y txistorra

Los hermanos Izagirre, del caserío Arane, han dado con una nueva manera de consumir la piparra: el pimentón. Este producto goza de un sabor único y es apto como condimento para potenciar y darle un toque especial a todo tipo de elaboraciones: guisos, carnes, pescados, verduras… El proceso de producción es totalmente artesanal. La guindilla se deja madurar hasta que alcance su punto óptimo y adquiera un color rojo intenso. Una vez que esté lista, se recoge, seca, tritura y embota en las instalaciones de Arane. La lista de locales en los que se puede adquirir el pimentón figura en la web arane.eus .

Sin salir de la localidad, Joxe Mari Barriola, tercera generación de carniceros, utiliza la piparra de la zona para crear su famosa txistorra verde, a base de carne de cerdo, ajo, sal, piparra y un toque de clorofila natural para dar intensidad. En temporada, www.barriola.eus .

El encurtido con vinagre es uno de los procesos más sencillos, pero es fundamental que los tarros estén esterilizados y los frutos, sanos y limpios. Se introducen las piparras en los tarros con el peciolo hacia arriba y se cubren con vinagre de vino blanco diluido con agua y con un porcentaje de sal de 8-10 gramos por litro (remover para disolver). Es importante que el vinagre quede por encima de los rabitos y llegue hasta el borde del tarro. Se cierran los tarros herméticamente y se dejan macerar 30 días.

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