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Jesús Lens
Jueves, 7 de septiembre 2023, 20:25
Llega septiembre y, con él, una nueva andanada de buenos propósitos. Es como comenzar enero, pero en camiseta y más torrados. Comienza el año lectivo, la temporada 23/24, y a buen seguro que queremos arrancarlo quitándonos un par de esos kilitos cogidos durante el ' ... dolce far niente' veraniego. El maíz, que ahora está de temporada, se convertirá en buen aliado.
Para empezar, por su efecto saciante. Ese almidón que lo caracteriza y los hidratos de carbono lo convierten en altamente energético, algo esencial si alguien se siente aquejado por el llamado síndrome postvacacional. Para quienes hagan deporte también es buena compañía, que se digiere muy rápido. Además, el maíz tiene efecto saciante, por lo que nos quitará las ganas de comer entre horas. Y como es rico en fibra, siempre viene bien a la hora de eliminar y depurar, además de rebajar los niveles de colesterol.
El proverbial color amarillo del maíz le viene dado por el beta-caroteno, ese componente esencial para luchar contra los efectos del envejecimiento y fortalecer las defensas. Por cuanto a los minerales, aporta sobre todo fósforo, pero también magnesio y potasio.
Recordemos que el maíz es uno de los productos desconocidos en Europa hasta la llegada de los españoles a América, donde sí que era uno de los alimentos esenciales de las culturas precolombinas. Y como no sólo de carnes viven las barbacoas, unas mazorcas de maíz puestas a asar, además de estar buenísimas, frescas y jugosas, le dan un buen contrapunto al ágape.
El maíz dulce que echamos a las ensaladas tiene ese sabor por una mutación natural: no se desarrolla el almidón y permanecen los azúcares. Por desgracia, ya no nos vale como aliado en las dietas, que tiene un notable aporte calórico. ¿Y qué decir de las famosas palomitas, elemento básico a la hora de completar el pack cinéfilo? Las caseras son mucho más sanas y naturales que las industriales: sólo necesitan aceite, sal y calor. Y nos quedan los kikos, el famoso maíz tostado que no puede faltar en todo 'revoltillo' que se precie.
Las plantaciones de maíz dan bien en pantalla. Son fotogénicas. Christopher Nolan mandó plantar 200 hectáreas de maíz para 'Interestelar'. Al cambio, 200 campos de fútbol, una de las medidas no oficiales más utilizadas. En la película, que se sitúa en una Tierra asolada por las sequías en el año 2067, el maíz es de los pocos cultivos que aguantan el cambio climático. Como curiosidad: al acabar la filmación se recolectó el maíz cultivado y se vendió, ganando la productora un dinerillo con ello. Otra, 'Los chicos del maíz', da mal rollo. Basada en una novela de Stephen King, la aterradora película ochentera cuenta la historia de una comunidad agrícola de Nebraska donde son capaces de llegar muy lejos con tal de asegurar la cosecha de maíz.
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