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Jesús Lens
Sábado, 18 de mayo 2024, 12:50
Hoy sí traemos otro de esos productos que podrían dispensarse en las farmacias, fieles a la máxima de nuestro gurú Hipócrates: que la comida sea tu medicina y la medicina sea tu comida. Hablamos del anacardo, una modalidad de fruto seco que solo aporta buenas propiedades a nuestro organismo. ¡Y sin apenas hipotecas! Las calorías, a lo más. Pero en comparación a lo mucho y bueno que suman… La denominación de anacardo se la debemos al monje y naturalista francés André Thevet. La forma del fruto seco le recordó a la de un corazón, pero invertido. Así, 'ana' significa hacia arriba y 'cardium; corazón.
Lo primero y más importante: los ácidos grasos monoinsaturados. De los buenos, o sea. Como los del aceite de oliva, para entendernos. Eso hace que sean extraordinarios para el sistema cardiovascular y que la OMS recomiende su consumo. Encarecidamente, añadiríamos nosotros. Son útiles para controlar el colesterol y los triglicéridos y la gran cantidad de antioxidantes que aportan los hacen idóneos tanto para el corazón —otra vez— como para combatir los estragos y sinsabores del envejecimiento.
Además, son ricos en magnesio, lo que, en combinación con el calcio, convierte a los anacardos en grandes aliados del sistema óseo y nervioso. Y otro de los grandes aportes de este fruto seco de trazas 'milagreras': gracias a su gran cantidad de triptófano, nos hacen sentir bien y su consumo supone un chute de bienestar y buen rollo. Contribuye a regular el apetito y la temperatura corporal, es excelente para el cerebro y ayuda a mantenerlo activo y en forma, rebaja las dosis de ansiedad y, a la hora de irse a la cama, ayuda… a conciliar un buen sueño. Si será extraordinario este fruto seco de origen brasileño que hasta tiene su propio Día Nacional, que se celebra el 23 de noviembre.
Lo normal es que lleguen ya cocidos al vapor, para neutralizar determinados compuestos de su cáscara. Se venden así directamente o ligeramente fritos, lo que les da un toque más crujiente, muy bienvenido en los buenos 'revoltillos' de frutos secos, con almendras y avellanas. Para los más golosos se venden garrapiñados o recubiertos de chocolate. En este caso, el chute de triptófano es mayor, pero ojo a las calorías. Combinan muy bien con especias como la pimienta o el cardamomo y con ingredientes clásicos de las gastronomías orientales: coco, la lima o el jengibre.
Por su capacidad proteica, el anacardo se utiliza mucho en las cocinas veganas y vegetarianas y forma parte de mil y una recetas. Los patés vegetales salen deliciosos y en los pestos pueden sustituir perfectamente a los piñones, que son más caros. Si se ponen en remojo y se trituran, aportan cremosidad a los platos y, desde luego, le van de fábula a todo tipo de cremas y purés. Por ejemplo, el cremoso de coliflor y anacardos con cebolleta y colinabo, además de ghee, bebida de avena y pimienta.
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