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Carbón para la cocina, una casa de campo en alquiler, vino de Laguardia, patatas de La Rioja, pasajes de barco... En 1877 la sección de anuncios de El Noticiero Bilbaíno tenía un poco de todo, desde avisos por perros perdidos («Terranova de cinco meses desaparecida ... hace seis días en Algorta: se gratificará») y búsquedas de empleo («joven de buenos antecedentes desea colocarse en almacén o escritorio») hasta ostras frescas («llegan todos los días a Bidebarrieta 10»), muebles usados o venta de inmuebles («vistas a la Plaza Nueva, negociable»). El 6 de febrero de ese mismo año apareció en aquella sección un breve que, aunque no llamaba excesivamente la atención, significó una auténtica revolución en el panorama comercial vasco.
Decía así: «EL BUEN GUSTO Con este título acaba de abrirse un establecimiento de confitería y repostería en Belosticalle número 9 en el que se trabajan con mucho gusto dulces, postres, ramilletes, etc., todos tan variados y exquisitos como lo permiten los progresos del arte. Se preparan tostadas del sabor más delicado». Los Carnavales se acercaban y se abría la temporada de tostadas de crema, que por entonces ya eran uno de los dulces más típicos de Bilbao.
¿Les ha confundido a ustedes eso de «ramilletes»? Esa palabra no se refería a un ramo de flores, sino a una especie de centro de mesa compuesto por frutas, dulces o figuritas de azúcar que servía de adorno en los banquetes. En aquella época estaban muy en boga y el no va más consistía en que fuesen totalmente comestibles, aunque sólo fuera en teoría: igual que las esculturas de chocolate que se hacen hoy en día, su propósito principal era más estético que gastronómico. Las construcciones o estatuas de pasta de mazapán, azúcar, caramelo o materiales similares eran extremadamente difíciles de hacer y desde el siglo XVIII constituían la máxima expresión de la habilidad pastelera, lo que distinguía a un artista de un simple peón de lo dulce.
Había entonces en Bilbao abundantes chocolaterías y pastelerías, pero muy pocas realizaban las delicadas orfebrerías que se veían en las confiterías elegantes de Madrid, Barcelona o París. Bilbao y Vitoria eran ciudades tradicionalmente golosas que, sin embargo, se habían contentado siempre con postres tan sabrosos como sencillos: canutillos, tostadas, paciencias, colinetas, pasteles de arroz. No existían aún las exuberantes carolinas, los deliciosos vasquitos y nesquitas ni la tarta Gasteiz. Esas fantasías dulceras llegarían más tarde, gracias a un público cada vez más exigente y adinerado y también, cómo no, debido a la competencia entre establecimientos por ofrecer productos originales o más sofisticados.
José Echabe, fundador de la confitería bilbaína Las Delicias y futuro criminal de guante blanco, fue el primero que comprendió que el desarrollo económico vasco había creado un nuevo tipo de consumidor. Más refinado, con más mundo y conocedor de las modas globales. Más cursi, si ustedes quieren. La alta burguesía bilbaína quería emular a sus congéneres de las grandes capitales europeas y gastar el dinero en artículos dignos de su clase. Acompañada por la elegante pastelería del Café Suizo, Las Delicias sentó las bases del dulce chic y cosmopolita, pero lo hizo tan bien que su modelo de negocio fue inmediatamente copiado y aparentemente superado.
La semana pasada les conté aquí la historia de Las Delicias y el auge y caída de su dueño. Recordarán quizás que en 1875, cuando Echabe se las prometía muy felices, tuvo en nómina a varios oficiales entre los que figuraba un tal Francisco Irigoyen. El mismo Francisco Irigoyen Beloqui (Tolosa 1845 - Bilbao 1922) que poco después abriría El Buen Gusto como directo competidor de Las Delicias y que encima se casaría en 1877 con Ángela Hervías Mingo, prima carnal de la mujer de Echabe.
No creo que se juntaran en Navidad: ambos lucharon durante unos años a cara de perro por ser el mejor confitero de la ciudad e Irigoyen acabó ganando. El tolosarra abrió una elegantísima sucursal en la calle Correo 26, consiguió convertirse en proveedor de la Casa Real y en 1882, con su rival fuera por problemas legales, barrió en la Exposición Provincial de Vizcaya y se llevó el primer premio. La próxima semana les daré alguna receta de El Buen Gusto y jugosos detalles de aquella dulce guerra.
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