Vivimos tiempos muy difíciles, que complican mucho a las familias la realización de dietas sanas y equilibradas. La economía doméstica en España lleva años recibiendo continuos zambombazos en su línea de flotación. Por eso, no es de extrañar que uno de cada tres menores ... con edades comprendidas entre los 8 y 16 años presente sobrepeso u obesidad. Sí, sí, está claro que no sólo la crisis es responsable de la situación actual, que la sociedad española es cada vez más sedentaria y que las nuevas tecnologías han contribuido decididamente a fomentar una juventud menos movida. Pero ninguno de esos argumentos debe servirnos para quedarnos de brazos cruzados. La merienda y el desayuno de los chavales han de ser innegociables. Y además es posible comer bien con poco dinero. O por lo menos intentarlo.
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El Ministerio de Consumo ha puesto en marcha este mes una potente campaña dirigida a concienciar a los padres de la necesidad de que sus hijos desayunen y merienden en condiciones. La iniciativa sería, sin duda, muchísimo mejor si se completara con otras medidas sociales que no depositaran en las familias toda la responsabilidad de lo que está ocurriendo. Pero en casa, y más en concreto en la cocina, también se puede hacer algo.
El estudio Pasos 2019, financiado por la fundación Gasol de lucha contra la obesidad infantil, señala que un 31,7% de los niños, uno de cada tres, desayuna habitualmente, según cuenta, con bollería industrial. Es decir, un desastre. Además, un 36,8%de la chavalería no desayuna ningún cereal, lo que supone que se va a clase con cero carbohidratos. Otro desastre.
«Un desayuno mal hecho supone dejar sin cubrir necesidades nutricionales que son básicas y eso puede tener graves consecuencias, especialmente en niños y mayores», alerta la médico nutricionista Carmen Pérez-Rodrigo, presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Irse al colegio sin romper el ayuno nocturno afecta directamente a la memoria, la capacidad de atención, la de razonar y la de expresarse. Daña además las habilidades sociales y emocionales del individuo.
La merienda se dice que ha de cubrir en niños y adolescentes el 15% de sus necesidades nutricionales. El objetivo es que les sirva de complemento del resto de la dieta diaria y les ayude a llegar a la cena sin un apetito voraz. La merienda es una comida clave para gente que ha estado todo el día en clase y que aún tiene deberes, extraescolares, entrenamiento, ganas de jugar... El médico de Laboratorios Cinfa Eduardo González Zorzano, recuerda que la mejor es la de toda la vida, un buen bocata –mejor, cada día diferente, incluyendo alguno de pescado, como atún o sardinas–, una pieza de fruta y leche.
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De manera paralela, el Ministerio de Consumo ha editado un libro 'Comida rápida, barata y saludable', que cuenta la manera de comer sano a un precio razonable. Lo firma la popular Boticaria García, la farmacéutica Marian García. «Tenemos la concepción de que comida rápida implica que contiene ingredientes que dejan bastante que desear, pero no es así. Puede ser rápida y a la vez sana y nutritiva», defiende la farmacéutica, que ofrece en el manual entrantes, platos completos, postres, de todo un poco.
Puede descargarse gratis en la web del Ministerio. Con la comida no se juega. Y con la de los niños, menos.
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