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El torrencial Ferran Adrià (L'Hospitalet de Llobregat, 1962), referente mundial de la alta cocina y desde julio de 2011, fecha en la que decidió cerrar elBulli cuando se encontraba en la cima, ideólogo y pensador sobre el negocio desde su Fundación, desgranó el martes ... en Bilbao las claves que, a su juicio, garantizan la pervivencia de una actividad, la hostelería, sacudida siempre por la inestabilidad. Adrià ofreció una master class para 80 hosteleros secundado por su equipo de elBullifoundation en la sede de CaixaBank, entidad que colabora con Adrià en planes destinados a favorecer la innovación del sector.
–Parece una tarea ardua.
–Intentamos que la gente entienda que un restaurante o un bar son un negocio, que además de conocimiento sobre el mundo del producto, de técnicas, de servicio o de vinos, tienes que tener formación de gestión. El 90% de los restaurantes no hacen un presupuesto de gestión anual y eso es un drama. Por eso el 50% de los locales no dura más de cinco años. Puedes tener asesores, pero tienes que llevar el negocio tú.
–Cierran al margen de la calidad de la cocina...
–Eso es importante, pero la gestión lo es más aún. La mayoría de los negocios ya son fallidos antes de abrir, porque el modelo de negocio no está bien hecho.
–¿Tenía claro eso cuando empezó?
–Siempre tuve mentalidad de gestión y fui aprendiendo. No es tan difícil hacer un plan de gestión, un presupuesto. Es un tema de actitud, de quererlo hacer.
–Muchos cocineros dicen que esa parte del negocio es un engorro.
–Sí, pero un restaurante es un negocio y cada vez es más difícil sacar rentabilidad. Y más ahora que los gastos han subido y, si no lo controlas, los márgenes bajan.
–¿Y cómo se afronta la inflación?
–Es una locura, a eso sólo se puede hacer frente repercutiendo en los precios. Pero si lo haces, al cliente le costará más ir.
–Otro problema son las condiciones de trabajo...
–La gente que empieza quiere estar con la familia, no quiere hacer horarios de mañana y noche...
–Y eso, ¿tiene solución?
–No, es muy difícil. En las ciudades grandes hay negocios que empiezan a cerrar sábados y domingos, pero no pueden cerrar todos. Y menos en los lugares de verano, que tienen que trabajar 'full time'.
–Quizá ha dejado de interesar el oficio.
–Ha dejado de interesarnos lo que conlleva el oficio, la gente piensa que tener un restaurante es cocinar... y no, no. Hablo de la cocina, pero no podemos dejar el servicio de lado, claro, que es tan importante o más que la cocina.
–¿Añora algo de su tiempo de cocinero, quizá la vanidad de ser un referente?
–No, tuve 25 años maravillosos y ahora estoy en otra fase.
–Visto desde fuera es difícil de entender que alguien deje su actividad cuando está en la cima.
–Nuestra ambición era buscar los límites de una experiencia gastronómica y lo alcanzamos. Nuestra misión era esa y cuando la alcanzas no tiene sentido continuar.
–No veía margen de mejora
–Muy poca.
–Ahora tiene otro oficio.
–Reflexiono sobre el sector e intento ayudar desde la Fundación, que tiene tres misiones: guardar el legado de elBulli, crear contenidos de calidad a través de la Bullipedia y compartir nuestra experiencia en la innovación.
–Compartir parece la palabra mágica en un mundo lleno de secretos.
–Con los congresos de cocina de los años 90 eso queda en un segundo plano. El que no comparte está fuera del circuito. Cuanto más conocimiento mejor nos irá a todos.
–Un cocinero joven me hablaba hace unos días de 'respetar el oficio'.
–Eso es algo que una buena parte del sector lo hace, pero hay que tener en cuenta que hay 300.000 bares y restaurantes en España. Es el 8% del PIB.
–¿Y tienen en cuenta los poderes públicos lo que supone en términos económicos el sector?
–Sí, lo hemos visto durante la pandemia, ha habido una mentalización global de lo que supone la restauración como un acto social.
–¿Ha aprendido algo la hostelería durante la pandemia?
–Resiliencia, hemos aguantado como jabatos. Fue muy duro y hay gente que sigue pasándolo mal, porque hay que devolver los ICOs; es un momento difícil.
Ferran Adrià se ríe cuando escucha que con su 'retiro' se ha librado de la presión de las redes sociales. «Yo me quedé en el blog, jaja». Otros de más edad como Arzak, Subijana o Berasategui (los hermanos Arbelaitz acaban de anunciar que cierran el mítico Zuberoa) se mantienen al pie del fogón generando cierto vértigo ante la proximidad de su jubilación. «Vienen nuevas generaciones que cubrirán bien ese hueco. En la cocina española nunca ha estado tan bien el nivel medio-alto». Un mensaje optimista en tiempos en que subyace la sensación de que Euskadi o Cataluña –y con ellos España– pierden fuelle.
«No, seguimos siendo una referencia. Lo que pasa es que hay cocineros maravillosos en toda España; Cataluña y Euskadi no han bajado, lo que pasa es que los otros han subido. Y en el mundo pasa igual, la creación se ha mundializado». En buena medida, ese nivel medio-alto depende de los bullinianos, más de 2.000 personas que pasaron por el restaurante de Cala Montjoi. «Una parte de ellos son ahora los cocineros más influyentes. Me llena de orgullo lo que está haciendo una generación de cocineros y cocineras».
Al hilo de este comentario, la pregunta obvia es si uno de los asuntos pendientes es que las mujeres pasen a ocupar niveles más altos en las cocinas.
–Se está igualando mucho, cada vez hay más mujeres pero hará falta un tiempo para que ellas estén en puestos de mando. Irán saliendo.
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