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Recuperación de viñedos viejos y de antiguas maneras de elaborar, apuesta por variedades en desuso e incluso casi desaparecidas, reflejo del suelo y las condiciones climáticas, protección de la biodiversidad, ir un poco a contracorriente y después a contracorriente de esa contracorriente, innovar trabajando con ... la herencia de muchas generaciones anteriores... Los profesionales que el lunes acudieron al Hotel Ercilla a la llamada de la Asociación de Sumilleres de Bizkaia para conocer los vinos 'cumbre' de Vintae oyeron hablar de todo esto y, además, comprobaron que cada una de esas cuestiones tiene cabida en la copa, sobre todo si lo que se vierte en ella son líquidos como los que llevan las etiquetas Lakar 2020, Valdechuecas 2020, El Pacto del Alto Najerilla 2021, El Pacto de Cárdenas Ojo Gallo 2021, Pet Nat 2021, Classica Gran Reserva 2012, La Jefa 2020 de Matsu y Bardos 2020.
Richi Arambarri, fundador de Vintae, tiene que hacer un poco de historia familiar para ir presentando los vinos. Porque aunque en su familia tuvieron viñedo y elaboraron durante generaciones, su abuelo ya abandonó la viña y fue su padre quien en 1999 volvió a la tierra y comenzó el negocio del que nacería Vintae. Para entonces, en muchos lugares de la Península se habían arrancado o se iban a arrancar en unos años cepas viejas, autóctonas y poco productivas pero de gran calidad para ser sustituidas por otros cultivos o por variedades y clones que producen más. Y encontrar esas cepas viejas –algunas de más de cien años– y trabajar con ellas es fundamental para muchos de los vinos que se cataron el lunes.
Por ejemplo, la Viura vieja de El Pacto del Alto Najerilla blanco 2021, un vino del que se hacen unas doce mil botellas y que «muestra el gran potencial de los blancos españoles, que está por descubrir». En las ocho parcelas en las que se encuentra esta uva, tal y como era habitual en otros tiempos, hay otras uvas: Malvasía, Garnacha Blanca, Jaina. Las cepas datan de entre 1915 y 1974 y están a 600 metros de altitud, en una subzona de influencia atlántica que asegura la frescura, así como cierta salinidad.
El caso de El Pacto de Cárdenas Ojo Gallo, un tinto, reúne dos características que hablan de legado: esas viñas viejas y una elaboración de las de antes. Se trata de vendimiar a la vez variedades blancas y tintas (Viura y Garnacha sobre todo, pero también otras variedades que siguen compartiendo parcela) y elaborarlas como si se hiciera un tinto y no un rosado. El resultado es un «tinto de poco color con alma de blanco, muy fresco, con mucha violeta, cereza fresca, cierta vegetalidad, joven pero con estructura».
Valdechuecas, de la misma subzona del Alto Najerilla, se hace con viñas de 1912 y 1918, más que centenarias y para las que «el paso natural para elaborar esa materia prima es la artesanía: cosecha manual, fermentaciones espontáneas y crianzas respetuosas para poner en valor el fruto de un trabajo minucioso en unos viñedos únicos que se expresen a través del vino». De nuevo hay muchas uvas distintas en los mismos terrenos y destaca «una Garnacha muy fresca, nada licorosa, balsámica». Valdechuecas es «el terroir puro», la expresión del territorio en la copa.
Vintae hace vinos en muchas otras tierras. Son muy conocidos los Matsu, de Toro, que con sus etiquetas de fotos de caras (El Pícaro, El Viejo, El Recio) innovaron mucho la estética de las botellas hace 15 años. En la cata los sumilleres probaron La Jefa, el blanco de la añada de 2020. La materia prima la dan viejas viñas de hasta 150 años antes abandonadas plantadas en suelo arenoso; un 80% de Malvasía Castellana, la Verdeja (tipo Godello) y Palomino dan un vino de color muy claro que, tras fermentar en cemento y pasar un año en bocoy, está otro año en botella antes de salir a la venta. «Es un blanco gastronómico, muy complejo, de los que en el futuro dirá mucho a nivel internacional».
En Navarra, Vintae trabaja en la Bodega Aroa elaboraciones como el espumoso Pet Nat y el tinto Lakar (ambos sin sulfitos añadidos, naturales, eco); y en Ribera de Duero ahora toda la producción bajo la etiqueta Bardos, viñedos de altura (a 990 metros), viejos y con una gran biodiversidad. En Rioja, vinos como el Gran Reserva Classica, «un vino mágico» que contradice la idea de que el rosado solo se puede beber en el año.
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