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Cepas, tierra, personas... y paciencia, mucha. Si se escucha hablar a Abel Buezo, el propietario de Bodegas Buezo, queda muy claro que la paciencia es uno de los pilares del proyecto que comenzó en el año 2000. Solo hay que mirar las etiquetas de los primeros cuatro vinos que presentaron en una cata maridada en el bilbaíno restaurante Yandiola: Buezo Tempranillo Reserva 2005, Buezo Varietales Reserva 2005, Buezo Petit Verdot Reserva 2005 y Buezo Nattan Reserva 2005. En la copa, todos ellos parecían mucho más jóvenes. Abel estuvo acompañado en la presentación por el enólogo Fernando López Arce y el director comercial de la bodega Miguel Corral.
Colores, aromas, sabores: todos como jovenzuelos y además con aun tiempo por delante en botella. Es lo que tiene, explican sus creadores, ser el fruto de cepas plantadas a entre 870 y 900 metros de altitud en tierras de la D.O. Arlanza, en la localidad burgalesa de Mahamud, no muy lejos de Lerma. Eso significa clima continental con inviernos largos y fríos, y veranos cortos, secos y calurosos; con una gran oscilación térmica en verano –lo de llévate la chaquetita si sales de tarde, que decían las amamas– perfecta para la sanidad y la acidez de las uvas.
Todo eso hace que la fruta de Mahamud –de 47 hectáreas de viñedo propio que rodean a la bodega en la Finca Valdeazadón al más puro estilo château bordelés– lo ponga difícil para elaborar jóvenes, pero muy bien para largas crianzas y vinos de guarda. Primer caso, el Tempranillo 100% que lleva tres años en el mercado pero que se vendimió hace 19. Color picota y granate, pura fruta fresca. «En cata ciega no hay ser humano que haya adivinado su edad», presumen. Tras maceraciones muy largas en frío, fermentaciones lo más largas posibles y con 14 o 16 meses en barrica –la normativa de la D.O. habla de seis–, nace un vino «amable».
El Varietales Reserva lleva la mitad de Tempranillo y la otra mitad de Merlot y Cabernet Sauvignon y es «el mejor guiño al viñedo, que por su altitud es idóneo para estas variedades con más nervio». Al primero (un Tempranillo muy diferente a los que se conocen) se le suman «la frutilla confitada» del segundo y la «robustez» del tercero y así nace «un vino que define nuestra idea de la bodega y que sería, en la cuadrilla, el simpático», como dice el enólogo, Fernando López.
¿Quién no tiene un amigo un poco más borde, que no se corta? Ese sería el Petit Verdot, 50% de esta variedad y 50% de Tempranillo. Es la apuesta personal de Abel Buezo, que sabía que era una variedad complicada. «Y no es que sea longeva, es que es eterna. Es extrema en todo». Y se concreta en un vino con mucho nervio y tanicidad. Por el contrario, ahí está «el tierno» Nattan. Surge de ensamblar un casi 100% de Tempranillo con un «chupito» (de varios miles de litros, claro) de una variedad rarísima de la que tienen una plantación experimental, la Tannat. Salió de Francia, pasó por la Península y llegó a Sudamérica, donde es hoy por hoy «la variedad fetiche de países como Uruguay, como su Tempranillo». Tiene un tanino concentradísimo y permite pensar en una gran capacidad de guarda. En Buezo la cultivan, la seleccionan y le dan roble francés de primer uso. «Este vino es el niño mimado de la bodega. Una selección de selecciones».
En Bilbao se presentaron otras dos etiquetas que insisten en el «proyecto a largo plazo» y con raíces profundas en Mahamud, con afán de recuperar viñedo. Buezo 79 (250 Magnum en primera añada de 2017) reúne Chardonnay, Sauvignon Blanc, Semillon y Viognier que se cría con levaduras autóctonas y pasa a barrica «con lías finas, sucio, turbio». Así se logran al final el color dorado del que toma el nombre (en la tabla periódica, 79 es el número del oro), «el olor a lo que quieras» y «la untuosidad y la largura en boca». Es un magnífico ejemplo de vinos blancos complejos, elegantes y preparados para el envejecimiento.
El último, otro tinto, es un homenaje al padre de Abel, Bernardo. Buezo 1928 (400 botellas) proviene de las cepas centenarias de un pequeño viñedo (1,4 hectáreas) en el que hay de todo, que se recuperó en 2007 y que en 2009 vivió su primera elaboración. «Se hace como antiguamente, como lo hacían nuestros abuelos».
Este tinto se elabora únicamente a partir de la variedad Tempranillo y cuenta con una producción de 80.000 botellas. Con una crianza en barricas de roble francés (60%), roble americano y centroeuropeo (40%) de entre 14 o 16 meses, permaneciendo redondeándose en botella hasta su comercialización. Vino estructurado y amplio con los taninos pulidos. Muy elegante.
Este tinto es el resultado del perfecto ensamblaje de las variedades Tempranillo (50%), Merlot (25%) y Cabernet Sauvignon (25%). Crianza en barrica de roble francés (60%), roble americano y centroeuropeo (40%), durante un período mínimo de 14 – 16 meses, permaneciendo redondeándose en botella hasta su comercialización. Seco, con estupenda acidez y perfecto equilibrio. Original.
Este vino es el resultado del coupage de dos variedades tintas, Tempranillo (50%) y Petit Verdot (50%). Con una producción de 20.000 botellas hace la crianza en barrica de roble francés (70%), roble americano y centroeuropeo (30%), durante un mínimo de 16 meses y permaneciendo redondeándose en botella hasta su comercialización. Vino complejo y aromático. Equilibrado.
Este varietal de Tempranillo cuenta con una producción de 10.000 botellas. En este caso, la crianza se lleva a cabo únicamente en barricas nuevas de roble francés, durante un periodo mínimo de 18 meses. Posteriormente descansa en botella redondeándose hasta su comercialización. Seco, con estupenda acidez y perfecto equilibrio. Bien estructurado y amplio. Conviene decantarlo.
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