Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Los vinos ecológicos, biodinámicos y naturales eran hace poco protagonistas de una cata de la Asociación de Sumilleres de Bizkaia. Y no así, en general, sino los que se producen en Euskal Herria, es decir, en territorio vasco tanto a un lado como a otro del Pirineo. Para presentarlos, estaba en Bilbao Arturo Villanueva, director comercial de Biba Ardoak, la cooperativa de venta y distribución en esta franja concretísima del sector del vino que nació en 2019 en la que hay 16 socios. No parecen muchas bodegas, pero son casi todas las que trabajan así por aquí; y se refieren a sí mismas como viñerones y viñeronas, viticultores que se salen de la norma, que trabajan a pequeña escala, en agricultura eco certificada... «Independiente, artesano y elaborador, que son la minoría. Hacen los vinos en la viña», describe Villanueva.
De esa labor que cuida de la tierra, la planta y el vino que resulta, pudieron probarse en el Hotel Ercilla elaboraciones como el txakoli Ulibarri, de Gordexola. Los hermanos Iker y Asier son la quinta generación de pastores que hacen queso ecológico con un rebaño de 200 ovejas... que pasta y abona un viñedo de dos hectáreas del que nace un txakoli 70% Hondarrabi zerratie y 30% Hondarrabi zuri con seis meses en depósito de inoxidable con sus lías. «99% de estos vinos llevan sus propias levaduras indígenas de la piel de la uva y aquí se mezcla con las del queso». Hacen 6.000 botellas y cada vez mandan menos a EE UU y venden más en Euskadi.
En Beizama, Luis Javier decidió dejar la fábrica por el caserío, Urkizahar. Autodidacta, ha experimentado con las crianzas y lo ha hecho en inox, en tina de cerámica, en madera, con espumoso... Las mil botellitas de su blanco edición limitada 2021, con diez meses en roble, dicen mucho de una marca que está en la carta de Arzak desde hace años.
Los de Lezaun son quizá los más conocidos entre los clientes no habituales del vino ecológico; no en vano llevan trabajando desde los noventa y son precursores en el sector. Lograron la medalla Mejor Tinto Joven de Navarra 2023 con su muy afrutada maceración carbónica de Tempranillo –no hay costumbre de esta elaboración por allí– con dos meses en inox. Los viñedos ocupan 16 hectáreas, que suena a mucho con respecto a los otros viñerones de Biba, pero que para una bodega de Navarra son poca cosa.
De Lanciego es El Cosmonauta en el Paraje 601, de El Mozo Wines, llamada a sí por el abuelo de Itxaso Compañón. Desde su segunda vendimia trabajan en eco y así nace este tinto 2019 de Tempranillo y un poquito de Viura que pasa doce meses en fudre y tres en botella. Otro de Rioja alavesa, «el más radical de la cartera de Biba», es el Valtide 2021 Las balsas, procedente de cepas de 30 años podadas en vaso y hecho con 95% Mazuelo y 5% Tempranillo. Este es biodinámico: se sigue el calendario lunar, con tratamientos son naturales, se vendimia tarde. Y solo hay setecientas botellas.
Para más tradicional está Bodega Gil Berzal, en Laguardia, inspirada en Borgoña y que elabora por parcelas. El Recoveco San Julián 2019, Tempranillo con 18 meses en barrica de roble, resulta «elegante, fino y delicado». De vuelta a Navarra, otros pioneros de la vinificación ecológica, los de Aristu, cuyos suelos muy minerales en la entrada del Pirineo, en Lumbier, se reflejan en el Aitatxi 2019 –todo Garnacha menos un 15% de variedades desconocidas– de cepas muy viejas, con 24 meses en madera y otros 24 en botella. En Iparralde, la zona en la que más viñerones hay, está la D.O. más pequeña de Euskal Herria, Irouléguy, a la que pertenece Etxondoa. Su Domaine 20 es un reflejo perfecto del suelo en el que se origina. «Un fresco atlántico tinto vasco».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.