Javier Moro. Maika Salguero

Javier Moro: «Lo que importa es la calidad de la uva»

El presidente de Bodegas Emilio Moro presenta sus vinos en Bilbao en una cata organizada por la Asociación de Sumilleres de Bizkaia

Viernes, 28 de julio 2023, 12:28

Hace poco más de un año que Javier Moro es el presidente de la Bodega Emilio Moro, pero antes de eso fueron muchos años más en contacto continuo con la empresa el mundo del vino. Desde antes de nacer, es lo que tiene que tu ... padre siga los pasos del suyo. Generación a generación, los Moro van ya por la cuarta en el negocio y aspiran a más. «Estamos educados en esto, es una forma de vivir», decía Moro poco antes de comenzar la cata de ocho vinos que la pasada semana, en el Ercilla, le ponía delante de más de 50 sumilleres de la asociación de Bizkaia. La convocatoria fue un éxito. Javier Moro dice que es porque el nombre de la bodega es calidad y es, para el consumidor, sinónimo de «una excelente relación calidad-precio». El 70% de su producción se queda en España y están presentes en más de 70 países. «En todos los estados de EE UU, y desde Canadá a Argentina, excepto en Chile; en Asia y en Europa». La exportación es clave en su gestión. «Y crecer en imagen y en calidad. Nunca es suficiente, por muy buenos vinos que hagamos», asegura.

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Las dos primeras copas que pudieron probar los sumilleres no eran producción propia, sino de una familia 'champanera' que es, para Moro, el equivalente en aquella región y denominación a lo que es su bodega en Ribera de Duero. Una saga familiar dedicada durante cinco generaciones a la elaboración de espumoso. «La misma filosofía». Son importadores en exclusiva para España de los Joseph Perrier, champanes de los que se producen un máximo de 700.000 botellas al año. De burbuja muy bien integrada los dos ejemplos que trajo a Bilbao, el Brut es «muy fresco y muy ligero, huele a pura fruta y notas florales» y el Blanc de Blancs, «espectacular en nariz». Elegantes, en resumen, y sin burbujas molestas.

Maika Salguero

Con las dos copas siguientes, Javier Moro se fue hasta El Bierzo, esa zona vinícola muy conocida por sus tintos en la que ellos elaboran blancos porque quedaron «enamorados de la variedad godello». Por eso plantaron viñedo nada más llegar allí. Hacen un joven que se llama Polvorete, sin madera, que no se presentó en el Ercilla. Los elegidos fueron El Zarzal y La Revelía. Por partes: El Zarzal tiene su origen en viña de 15 o 20 años de los suelos franco-arenosos del comienzo de las laderas y la uva fermenta a temperatura controlada en depósitos de acero inoxidable con posterior crianza de 9 meses sobre lías en fudres de roble francés. Es joven pero estructurado, «con notas florales y de fruta de hueso en nariz, golosón, fresco y de acidez matizada en boca». Todo eso se lo debe a la altitud a la que están las cepas. «Uno de los grandes vinos», dice convencido el productor.

Blanco gastronómico

El Zarzal era de 2021. De 2020, La Revelía, un vino blanco «de perfil gastronómico, para eso nos fuimos a El Bierzo» y que «es la máxima expresión de lo que nosotros entendemos como el carácter varietal del godello, la complejidad, intensidad y finura dentro de una personalidad única». Estos ya se crían en lías en barrica de roble, así que la madera está más presente. Hay un fondo mineral en nariz, además del floral y de hueso, y es más graso en boca, más voluminoso. «Mantiene frescura y acidez y si lo guardas un año o dos en botella, estará más definido».

Luego ya llegaron los tintos de Ribera de Duero, y no de cualquier lugar de la D. O., sino de la llamada Milla de Oro. Ahí comenzó Emilio Moro, con el tempranillo de los majuelos o viñedos del abuelo. Uno de ellos, Valderramiro, cumplirá 100 años el año que viene, un momento de celebración segura. Pero hay vinos tintos para todos los momentos (y gustos y bolsillos). Por ejemplo, La Felisa, el que nació como homenaje a la madre de Javier y sus hermanos, y también al trabajo de antaño, porque es un vino natural sin sulfitos, elaborado artesanalmente. «En todos los vinos, la fruta es lo importante, lo demás son las herramientas que usamos para sacarle lo mejor», explica Javier; por eso La Felisa es «pura fruta primaria, potente, meloso, de trago largo».

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Los especiales

Emilio Moro Vendimia Seleccionada nace de un solo viñedo cada año, el que responde mejor a lo que buscan los elaboradores para un tempranillo especial. Pasa en barrica dos meses más que el Emilio Moro normal (casi 14). El de 2020 muestra «las especias de la barrica, es dulce, goloso, más clásico que La Felisa». Malleolus, que lleva nombre de majuelo en latín, se hace con los viñedos más antiguos de la bodega y resulta joven, con madera, especiado, mineral... «todo ordenado y fresco. Muy fácil de beber y apetecible». Y el Malleolus de Valderramiro, en este caso de 2019, «un año excelente», es «potencia pura», «fruta negra compotada». Con 18 meses de crianza en barrica de roble francés, «tiene la grandeza de evolucionar bien en botella».

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