Cinco coctelerías para tomar un trago con estilo en Bilbao

Entre el zurito con amigos al salir del trabajo y el bebedizo de dudosa calidad a las tantas de la madrugada se abre un campo, amplio pero poco explorado por la juventud, que permite tomar un trago con estilo. La coctelería vive en todo el mundo una efervescencia como no conocía desde los años 30, cuando quedó fijado el repertorio clásico. Hoy son muchos los que se permiten innovar con mezclas que rozan el concepto de gastronomía líquida. Estas cinco coctelerías bilbaínas pueden contarse sin complejos entre las mejores del país.

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El bigote de Manu Iturregi es ya un icono de la noche bilbaína. Uno de los ases de la coctelería en la villa se esconde desde hace décadas en un garito con trazas de pub inglés donde la selección de whiskys es sencillamente interminable. A partir de ahí, cualquier receta del repertorio clásico, combinados con enjundia o una amplia carta de cervezas artesanas para abrevar a una clientela fiel, variada y multigeneracional, que sabe que en el Residence nadie le va a mirar mal por pedir otra ronda.

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Un festival de ginebras decora la barra de este vibrante local de la calle Lersundi fundado por el bartender Fran Ceacero y ahora en manos del mismo equipo que regenta el restaurante Nikkou en Algorta. El esmero por la coctelería no ha cambiado -mezclas clásicas, cócteles de autor y cuidadísimos combinados- pero el negocio se prepara para recibir grandes novedades. En los próximos mes acometerá una reforma a cargo del estudio Verno y ofrecerá una carta de picoteo al estilo japonés.

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Hablando de elegancia 'old school' no se pueden pasar por alto los sillones de capitoné, el suelo enmoquetado y las luces bajas que contribuyen a crear la atmósfera inconfundible del Sir Winston Churchill. Quizá el último vestigio de la coctelería histórica en la villa resiste a guerras y pandemias al pie del Sagrado Corazón, tan sólido e inflexible como el caballero que le da nombre. Mezclas clásicas y más de 500 referencias de destilados. Para rematar esa estética de 'speakeasy' solo falta el aroma de los habanos, que fueron uno de sus fuertes, defenestrados hace años por las leyes antitabaco.

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Durante años se curtieron sirviendo catering coctelero en eventos de todo tipo bajo la etiqueta 'Mindshakers', hasta que en 2016 Álvaro Fernández y Rafa Reyes decidieron echar raíces en un local de Alameda Rekalde que bautizaron como La Mula de Moscow. En pocos años han conseguido situarse en la lista de los mejores del país gracias a su dominio de los clásicos, pero sobre todo a sus insólitos ejercicios de coctelería creativa. Ideal para disfrutar con los colegas probando cosas nuevas.

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Histórico bar de la calle Astarloa donde siempre hay botellas frías de champagne francés esperando a su selecta clientela. Fundado en los 70 por Julio García y decorado en un pintoresco estilo Art Nouveau que deja obnubilados a los turistas. Los fieles ya están acostumbrados a las tentadoras serpientes que se enroscan por sus columnas. Abre de la mañana a la noche, pero es al caer la tarde cuando ofrece un spot privilegiado para dejarse ver con un trago largo en la mano.