Vista de la Plaza Vieja de Bilbao en 'El Museo Universal', abril de 1866. Ana Vega

Un banquete de 1822 en casa de los Mazarredo

Historias de tripasais ·

Las comidas de gala del comerciante y militar bilbaíno Francisco Mazarredo incluían entonces más de 40 platos

Ana Vega Pérez de Arlucea

Jueves, 4 de octubre 2018, 00:16

Cuando John Bramsen (1761-1845) llegó a Bilbao en septiembre de 1822 sus maletas se tuvieron que quedar a las puertas de la ciudad. Para preservar el pavimento bilbaíno no se permitía entrar a los carruajes. Ésta es una de las curiosidades que se puede leer en 'Observaciones sobre el norte de España' o 'Remarks on the North of Spain' (Londres, 1823), el libro que Bramsen, catedrático de alemán en Oxford, escribió con las impresiones de su viaje por Irun, Durango, Tolosa, Bilbao, Orduña, Vitoria y otras localidades vascas.

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Aquel profesor de origen germano se hospedó a su llegada a la capital vizcaína en el mejor alojamiento que había, la Posada de San Nicolás situada en la esquina del Arenal con Ascao. Por entonces el ayuntamiento de la villa aún estaba junto a la iglesia de San Antón, tal y como pueden ustedes ver en el grabado adjunto, y el espacio de enfrente donde ahora campa el Mercado de la Ribera se llamaba Plaza de la Constitución. Bilbao era una ciudad próspera y comercial pero pequeña: no había más de mil casas y los vecinos del otro lado del Nervión todavía nacían en la anteiglesia de Abando.

Curioso y observador, John Bramsen dedicó gran parte de su libro a describir las costumbres de los bilbaínos de entonces. Los paseos por el Arenal o el Campo Volantín, los bailes del domingo por la mañana, los cafés, las tertulias o cuarteles… Entre los muchos datos que aporta hay algunos cuantos que nos sirven para hacernos una idea de la escena culinaria de hace 200 años. Por ejemplo, de camino a Olabeaga había un restaurante inglés gestionado por un tal Mr. Taylor, donde los marinos británicos podían tomar comidas típicas de su país y un gran cartel anunciaba sopa de tortuga, su plato estrella.

Lo más interesante viene sin embargo de la mano de una velada que Bramsen pasó en casa de uno de los caballeros más reputados de la ciudad, el señor Mazarredo. Francisco Vicente Mazarredo Gómez de la Torre (1772-1845) fue un militar y comerciante, miembro destacado de la alta sociedad bilbaína y sobrino del célebre almirante de la Armada José de Mazarredo Salazar. Suya era la casa que sigue en pie a la izquierda de la iglesia de San Nicolás, en la calle Viuda de Epalza 1, y de su madre el escudo de armas que sigue ostentando la fachada.

A todo trapo

Para que nos entendemos, vivía a todo trapo. Educado en Inglaterra, Don Francisco de Mazarredo invitó al profesor Bramsen a una comida en su casa a la que asistieron numerosos representantes de la jet-set bilbaína. «A las dos y media nos sentamos a la comida, que consistió en más de cuarenta platos: principalmente petits plats [entremeses, diríamos ahora], pescado y pasteles salados de varios tipos y no me sorprendió encontrar ostras y pescado frito servidos al final del ágape. La naranja helada con zumo de pasas fue muy agradable.

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El resto de platos estuvieron, para una persona no acostumbrada a la cocina española, demasiado sazonados con aceite, ajo y azafrán. El postre consistió en más de veinte tipos de fruta de condición superior y muchos dulces, junto con vinos franceses y españoles. A las cuatro y media los comensales se levantaron para retirarse al estudio a tomar café y licores».

En esa casa magnífica en la que se servían comidas de cuarenta platos ahora hay una franquicia de la cadena KFC. Pollo frito yanqui allí donde reinaron la finura, las ostras frescas y las naranjas heladas. Con eso se lo digo todo.

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