
Aquellas maravillosas cazuelas de San Ignacio
Historias de tripasais ·
Esmaltaciones San Ignacio fabricó en Vitoria las baterías de cocina más modernas y vistosas de su época, convertidas ahora en objeto de coleccionismoSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Historias de tripasais ·
Esmaltaciones San Ignacio fabricó en Vitoria las baterías de cocina más modernas y vistosas de su época, convertidas ahora en objeto de coleccionismoana vega pérez de arlucea
Miércoles, 3 de abril 2019, 16:03
Creo que no se lo he contado nunca, pero tengo una fuerte obsesión por la cocina viejuna (la de los años 60, 70 y 80) y todo lo que la rodea. Tanto, que incluso he escrito un libro cantando sus loas gelatinosamente lisérgicas y acumulo en casa desde recetarios ilustrados de la época a menaje de cocina gloriosamente kitsch; vajillas con estampado pop, soperas con forma de berza y una cacerola de Esmaltaciones San Ignacio que es una de las joyas de mi colección.
Este empresa, creada en 1944 en Oñate y radicada en Vitoria desde 1951 hasta 2011, no sólo fue una de las más importantes del tejido industrial vitoriano sino que creó algunas de las baterías de cocina más modernas, avanzadas y bonitas del siglo XX. San Ignacio fue la primera fábrica española que lanzó al mercado la tradicional batería de ocho piezas y también fue pionera en utilizar recubrimientos antiadherentes. En su fábrica de Olarizu se elaboraban cacharros de cocina con esmalte vidriado, de ésos que parece que ahora se han vuelto a poner de moda en bares y restaurantes nostálgicos: tazas, ollas, palanganas, platos, hervidores, fuentes, cazos, espumaderas…
De los primeros modelos, esos clásicos de color marrón oscuro que estaban en todos los hogares, pasó en los primeros años 60 a un catálogo colorista y desenfadado, muy en boga con la estética pop de los años hippies. Si tienen ustedes alguna de estas piezas pululando por casa, guárdenla como un tesoro porque se cotizan al alza en los mentideros del coleccionismo vintage.
De un solo color llamativo o con estampados de patrón geométrico, floral o culinario, las cazuelas de San Ignacio dominaron el mercado durante los años 60 y 70. La empresa, comprometida entonces con la innovación tecnológica, revolucionó el sector en 1963 poniendo a la venta una batería nueva de fabricación e invención propia, la llamada Lido. Patentada en noviembre de 1962, la Lido era especial por dos características únicas: su tapadera servía, al darle la vuelta, de salvamanteles y cada recipiente llevaba unas abrazaderas con mangos de baquelita que se podían quitar y poner, para ocupar menos espacio.
Promocionada como «la más moderna y práctica» o «tan limpia como el cristal», este primor de batería fue un éxito en varios países de Europa y uno de los más populares regalos de boda en su época, allá cuando acababan de abrir grandes almacenes como El Corte Inglés de Bilbao (1962) o Galerías Preciados en Vitoria (1976).
Antes de que la empresa se fuera a hacer gárgaras y con ella los empleos de centenares de vitorianos, Esmaltaciones San Ignacio tomó un nuevo rumbo estético. Recordarán ustedes cómo Belén Esteban se convirtió en el año 2010 en imagen de la marca filial Hispano Tebisa, o la presencia de sus sartenes y cacerolas en los programas de Karlos Arguiñano. Para entonces San Ignacio había abandonado los esmaltes floreados y, aunque de gran calidad, su menaje era visualmente indistinguible del de otros fabricantes.
Quién sabe, quizás la moda retro que anda recuperando sus maravillosas baterías pop o la actual demanda de utensilios prácticos a la vez que únicos y hermosos consigan que los diseños de la mítica fábrica vitoriana vuelvan a las tiendas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los libros vuelven a la Biblioteca Municipal de Santander
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.