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Zelenski necesita 5.000 piezas de armamento pesado para tener opciones de hacer retroceder a Rusia

Ucrania aspira a conseguir con la ayuda de la comunidad internacional una imposible «paridad» de armas pesadas con el Ejército invasor mientras teme que Occidente empiece a perder interés en el conflicto bélico

miguel pérez

Martes, 14 de junio 2022

El peligro en una guerra se manifiesta de mil maneras diferentes, pero para Ucrania sus dos principales temores consisten en la ralentización de la llegada de armas y que Occidente pierda el interés en el conflicto bélico que le enfrenta a Rusia. Ante la inminencia ... de la cumbre de la OTAN en Madrid y la reunión este miércoles de los ministros de Defensa en Bruselas, el presidente, Volodímir Zelenski, ha vuelto a reiterar la necesidad de rearmar a su país, mientras su asesor de confianza, Mykhailo Podoliak, le pone números al requerimiento: el Ejército ucraniano precisa de unas 5.000 piezas de armamento pesado si quiere tener opciones de hacer retroceder a Rusia. La lista incluye 2.000 vehículos blindados, 1.000 obuses de 155 milímetros, otro millar de drones, 500 tanques y 300 lanzacohetes.

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Sólo de esta manera, afirma Podoliak, Kiev puede aspirar a que las fuerzas locales alcancen cierta «paridad» con la maquinaría bélica de Moscú y oponer una capacidad de fuego lo suficientemente intensa como para frenar su avance en el Donbás. La presidencia trata de que su mensaje cale en la inminente reunión de ministros de Defensa que celebra este miércoles en la capital europea el Consejo del Atlántico Norte, el órgano que toma las decisiones políticas en la OTAN bajo el liderazgo del secretario general, Jens Stoltenberg. Zelenski también quiere aprovechar la visita que le harán el primer ministro italiano, Mario Draghi, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, destinada a mostrar solidaridad con Ucrania antes de la reunión del G-7 en Baviera los próximos días 26, 27 y 28 de este mes.

«Estamos a la espera de una decisión», dice Podolyak, con un tono de confianza que no comparte todo su gabinete. Aunque una veintena de países mantiene el compromiso de suministrar armamento de primer rango a la exrepública soviética y ya se han concretado envíos, la aspiración de lograr una cierta equidad con los invasores resulta improbable, por no decir imposible. Las batallas en el sur y el este del país han puesto de manifiesto la superioridad artillera rusa, con la que ya contaban los servicios de Inteligencia estadounidenses, conocedores de que es es el auténtico ariete militar del Kremlin, pero no tanto otros países aliados, que ahora enfrentan sus propias dificultades en el ciclo de abastecimiento a Kiev.

Al debate que divide a los socios internacionales, especialmente en Europa, sobre la conveniencia de enviar equipos de largo alcance, lo que puede acelerar la espiral de confrontación con Rusia, se unen los impedimentos materiales. La equiparación con los arsenales rusos se presenta como una lucha de gigantes, dadas las enormes inversiones que debería hacer Occidente –acuciada ya por sus propias crisis financieras– y el tiempo necesario para fabricar las armas y adiestrar a los ucranianos en su manejo. Ahora mismo, solo Estados Unidos muestra el poderío económico e industrial suficiente para seguir alimentando a las tropas ucranianas. A un plazo algo más largo, figura Reino Unido, mientras otros gobiernos reúnen lo que pueden. Noruega anunció hace una semana la entrega de 22 vehículos dotados de plataformas de obuses autopropulsados y Bélgica enviará 20.000 proyectiles de artillería, adquiridos previamente a EE UU por un valor de 76 millones de euros.

Italia, por su parte, también es un firme compromisario con Kiev, aunque su población comienza a fragmentarse. Un sondeo realizado a principios de este mes por el 'Corriere della Sera' revela que el 44% de los italianos se manifiesta neutral ante la guerra (seis puntos más que en marzo), un 60% opina que la OTAN no lo está haciendo bien y más de la mitad rechazan el envío de más armas a Ucrania. Los expertos lo atribuyen al descontento con el aumento de la factura energética que los políticos atribuyen al conflicto bélico. ¿Es una cuestión únicamente italiana? El ministro de Defensa ucraniano cree que no. En una reciente entrevista con 'The Economist', Oleksiy Reznikov admite que la prolongación de la guerra hace mella en los políticos, los medios y la sociedad, como demuestra que en Europa se haya avivado el debate entre los líderes que consideran necesario seguir dando la batalla a Rusia y quienes apuestan por fortalecer la vía diplomática, A juicio de Reznikov, este aparente cansancio se evidencia en una menor velocidad de entrega de armas. «O el mundo no entiende muy bien lo que está pasando, o lo entiende perfectamente, pero está cansado y dispuesto a aceptar la opinión de que los ucranianos mueren todos los días. Necesitamos ayuda rápidamente», señala el ministro en la entrevista.

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Todos estos factores complican la nueva política diseñada por el Gobierno de Zelenski sobre la gestión de los arsenales. Si al comienzo de la guerra y en el asedio a Kiev todo valía –las pistolas y ametralladoras se contaron por decenas de miles–, el Ejército reclama ahora armamento muy específico ante un tipo de combate donde los populares javelins y sistemas antitanque portátiles resultan ineficaces. Fueron muy útiles en las primeras semanas de invasión para detener el avance de las tropas de tierra, pero su alcance –de 20 a 600 metros en el caso de los NLAW antitanque, y de 1.000 a 2.5000 en los javenlins– resulta ahora deficitario en el enfrentamiento con la artillería rusa.

Zelenski considera que las armas pesadas llegan tarde, Medios militares ucranianos siempre han creído que en la primera fase de la guerra, Occidente prefirió equipar a los soldados con armas ligeras por las características de la lucha –urbana y de guerrilla–, pero también por el convencimiento de que Ucrania caería en pocos días. Bajo esos parámetros, EE UU y Reino Unido suministraron también numerosos misiles Stinger antiaéreos, muy efectivos contra la aviación enemiga a baja altura, pero poco prácticos con las baterías de larga distancia. Ahora, el Ejército ucraniano está aprendiendo a usar docenas de armas nuevas. Baterías de 155 milímetros al estilo de las empleadas por la OTAN, lanzadores múltiples de misiles británicos, cañones M777 que disparan cinco obuses por minuto hasta 30 kilómetros de distancia y drones kamikazes. Es el arsenal con el que sueña el Gobierno de Kiev, aunque, de momento muchos de sus operadores deban recurrir al traductor de Google para manejarlos.

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