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Jueves, 18 de enero 2018, 00:05

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La fachada interior, el campanario y la cúpula de la catedral de Santa María de las Flores, reciben estos días la supervisión de varios técnicos para controlar su estado de conservación. La cúpula, una joya arquitectónica obra de Filippo Brunelleschi, se concluyó en 1436, año en el que se consagró la catedral. Su cara interna está decorada con pinturas al fresco y al temple que representan diferentes escenas del Juicio Final. La catedral florentina es la cuarta iglesia más grande del mundo, después de San Pedro en Roma, St. Paul en Londres y la catedral de Milán.

Claudio Giovannini/ Opera del Duo/EFE
La fachada interior, el campanario y la cúpula de la catedral de Santa María de las Flores, reciben estos días la supervisión de varios técnicos para controlar su estado de conservación. La cúpula, una joya arquitectónica obra de Filippo Brunelleschi, se concluyó en 1436, año en el que se consagró la catedral. Su cara interna está decorada con pinturas al fresco y al temple que representan diferentes escenas del Juicio Final. La catedral florentina es la cuarta iglesia más grande del mundo, después de San Pedro en Roma, St. Paul en Londres y la catedral de Milán.
La fachada interior, el campanario y la cúpula de la catedral de Santa María de las Flores, reciben estos días la supervisión de varios técnicos para controlar su estado de conservación. La cúpula, una joya arquitectónica obra de Filippo Brunelleschi, se concluyó en 1436, año en el que se consagró la catedral. Su cara interna está decorada con pinturas al fresco y al temple que representan diferentes escenas del Juicio Final. La catedral florentina es la cuarta iglesia más grande del mundo, después de San Pedro en Roma, St. Paul en Londres y la catedral de Milán.
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