Los nacionalistas de Escocia se aferran a su ascenso para pedir otra consulta

Johnson ya ha adelantado que rechazará la petición, a diferencia del primer ministro, también conservador, David Cameron, que negoció en 2012 con el entonces líder escocés, Alex Salmond, los mecanismos legales para convocar la consulta sobre la independencia en 2014, que se saldó con la victoria del 'no'. Confiado en la victoria, Cameron exigió a Salmond que el referéndum tuviese solamente las opciones del 'sí' o el 'no'.

El punto de partida de la tensión sobre el segundo referéndum entre los dos ganadores de estas elecciones es el logro de 48 de los 59 escaños escoceses en el Parlamento de Westminster por el Partido Nacional Escocés (SNP), 13 más que los que logró en 2017, el descenso de los conservadores escoceses, que han perdido 7 y quedan con 6, y la victoria aplastante de los 'tories' en Inglaterra y Gales.

Sturgeon resaltó en una declaración que su partido ha logrado el 80% de los escaños, pero los partidos opuestos a la independencia suman el 53.7% de los sufragios frente al 46% de los partidarios de la independencia. Los últimos sondeos registran un empate entre los dos bandos, con una correlación aparente entre el aumento de la intención de votar por la independencia y el ascenso de Johnson.

Sturgeon ha prometido una segunda consulta en 2020, que ahora parece improbable. Las elecciones autonómicas de 2021 se enmarcan ya como una posible batalla por la legitimidad de un nuevo referéndum. El apoyo de la población escocesa a que se celebre una consulta es mayor que a la independencia.

Johnson parece dispuesto a rechazar la legitimidad de una mayoría escocesa para decidir la convocatoria de la consulta, si se reproduce en 2021 en las elecciones al Parlamento de Edimburgo. El SNP sería reforzado por el partido Verde, también partidario de la independencia. En esas circunstancias, un estancamiento crearía más tensiones en la unión británica.

Sturgeon ha subrayado en diversas ocasiones su rechazo a una 'vía catalana' que avance hacia la independencia mediante una decisión unilateral del Parlamento escocés. Su argumento es que la consulta debe tener las garantías legales que permitirían a la Unión Europea aceptar una solicitud de reingreso por la Escocia independiente. Un grupo hasta ahora reducido de diputados de su partido cree que el único recurso que les queda es la 'vía catalana'.

La líder escocesa ha afirmado a menundo que convocará el referéndum cuando sea obvio que la población lo quiere. Significa también que los sondeos deben indicarle que la independencia tiene posibilidades de victoria, so pena de convocar una consulta que marque un punto y aparte en las aspiraciones históricas del SNP.

En ese sentido, será importante la evolución de las encuestas cuando la marcha británica de la UE se consume antes del 31 de enero y el nuevo tratado comercial con la UE cree más tarde el marco general del comercio entre Reino Unido y el mercado común. La independencia probablemente será entonces en un reto más complejo, por la necesidad de una frontera o de una nueva moneda.

La ley de Escocia que recreó el Parlamento de Edimburgo en 1998 reserva a Londres la competencia «sobre la Unión», pero Sturgeon ha sugerido que, si Johnson le negase su ambición, acudirá a los tribunales para argumentar que el Parlamento de Edimburgo tiene el poder de convocar referéndums.

El programa electoral conservador contiene la promesa de crear una comisión para revisar las relaciones constitucionales entre Parlamento y tribunales, después de que algunas sentencias del Supremo causaran malestar entre los 'tories' durante la crisis del 'brexit'.