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La rotunda y contundente victoria electoral de Boris Jonhson y la debacle de los laboristas despeja el camino para la salida ordenada - bueno, más bien de aquella manera - del Reino Unido de la casa común europea. Algo no entendemos bien en el continente sobre la ... política británica. Siempre hemos dibujado al líder conservador de la manera más tosca y ridícula posibles y le hemos calificado de histriónico y de insensato. Pues ahora debemos reconocer que ha sido capaz de encontrar una salida al mayor conflicto del país, desde la Segunda Guerra Mundial, y de proporcionar a los laboristas la mayor humillación electoral desde 1935. No está mal para alguien a quien hemos pintado con careta de payaso.
Aunque quizás no le guste a usted esto del Brexit y le parezca una mala decisión que nos perjudicará a todos, es seguro que habrá recibido con alivio la noticia de que se acaba la incertidumbre y que a finales de enero despediremos, quizás con rabia o quizás con nostalgia, a quien nunca se sitió cómodo entre nosotros. Pues le voy a dar una mala noticia. Esto no se acaba aquí. Todo el ruido producido, todas la horas empleadas en las interminables negociaciones y todas las frustraciones padecidas se referían solo al acuerdo de divorcio, a la definición del periodo transitorio. Ahora queda por resolver lo que quizás sea lo más difícil que son los términos de la relación futura entre ambos socios.
Y habrá que inventárselo todo pues, hasta ahora, las negociaciones comerciales se había orientado siempre en una sola dirección, es decir caminando hacia cotas mayores de integración. Esta vez, toca recorrer el camino en sentido inverso y habrá que deshacer muchos nudos, eliminar muchas relaciones y encontrar un punto de equilibrio que, a poder ser, no sea muy dañino, una vez que está claro que no será muy beneficioso para nadie.
El Reino Unido lo tiene peor. La victoria de los nacionalistas escoceses puede reabrir el doloroso proceso hacia la independencia del antiguo reino. Los escoceses tienen un argumento nuevo. Ellos no quieren seguir al resto en su salida de la Unión Europea, lo que servirá para aumentar el volumen de las reclamaciones de un nuevo referéndum. Tanto alto será el volumen, que resonará aquí en España. ¿Es posible que con el Brexit, el Reino Unido gane en independencia exterior lo que pierda luego en cohesión interior? Es más que posible. Al tiempo.
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