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El inédito movimiento de protesta que ha tomado las calles de Bielorrusia contra el presidente, Alexánder Lukashenko, no entiende de «geopolítica». Las mayores manifestaciones que tienen lugar desde la llegada al poder del mandatario en 1994 son la demostración de que «una revolución pacífica y ... democrática está en curso». «Ahora somos la mayoría», aseguró ayer por videoconferencia al hemiciclo del Parlamento Europeo Svetlana Tijanóvskaya, la principal dirigente opositora y rival del jefe de Estado en los comicios del pasado 9 de agosto.
Tijanóvskaya, que se encuentra ahora exiliada en Lituania, quiso dejar muy claro el mensaje de que las movilizaciones en su país no son «ni pro-UE ni pro-Rusia», ni significan que sus ciudadanos sean favorables o desfavorables a ambos. «Simplemente deseamos unos comicios libres y justos», subrayó ante la comisión de Asuntos Exteriores de la Eurocámara, que convocó ayer la primera reunión del nuevo curso político para debatir, precisamente, la situación generada en Bielorrusia tras las protestas contra los resultados de las elecciones, que otorgaron la victoria a Lukashenko con el 80% de los votos entre numerosas denuncias de fraude y la ausencia de observadores.
La reelección del mandatario, considerada «ilegítima» por la UE, fue el detonante de las movilizaciones, que no han dejado de ganar fuerza en todo el país pese a los cientos de heridos, cuatro muertos y cerca de 7.000 detenidos. Tijanóvskaya, de hecho, presentó la manifestación del pasado 23 de agosto, que reunió a unas 100.000 personas en Minsk, como «la más grande de la historia en Bielorrusia» y aseguró que «los intentos de represión violenta» no han «debilitado, sino reforzado la determinación de la nación».
«Nuestras demandas son sencillas: elecciones libres y justas», insistió Tijanóvskaya, que se mostró dispuesta «a negociar con las autoridades» y aceptar «una mediación de organizaciones internacionales», aunque exigió respeto para «la soberanía y la integridad territorial de Bielorrusia». Lukashenko, por su parte, prosigue con su retórica marcial, califica de «ratas» a los manifestantes e insiste en que todo se trata de un complot internacional. A ello se suma que ayer el Tribunal Constitucional consideró «anticonstitucional» el consejo coordinador creado por la oposición la semana pasada para el traspaso pacífico del poder.
«elecciones libres»
Al hilo de la preocupante situación que se vive en Bielorrusia, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, prometió nuevas sanciones contra un número «sustancial» de responsables de «la violencia, represión y fraude electoral». Mientras tanto, prosiguen los contactos con Rusia para que inste a Lukashenko a dialogar con la oposición.
La secretaria general de la Diplomacia europea, Helga Schmid, que participó ayer en la reunión de la Eurocámara, volvió a pedir la liberación de los detenidos, una investigación completa de lo ocurrido y una negociación «nacional inclusiva». Defendió además que la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) puede jugar un papel decisivo como mediadora y apoyó la tesis de Tijanóvskaya de que Bielorrusia no se enfrenta a una «opción binaria» entre Occidente o Rusia.
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