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2021 dio ayer sus primeros pasos transformado ya en historia pese a su lozanía. Queda mucho por descubrir en estos doce meses pero el 1 de enero ha quedado grabado para siempre en la memoria de Europa por haber sido el día en que por ... primera vez en casi medio siglo la UE y Reino Unido soltaron sus manos tras un divorcio amistoso. El nuevo comienzo discurrió sin sobresaltos, con un ambiente de esperanza que se vio multiplicado por el acuerdo 'in extremis' de España y Londres para aplicar las reglas Schengen en Gibraltar y evitar así los controles fronterizos que se temían tras la salida británica del club.
«El resultado práctico en la frontera es que se derriba la verja», explicó la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, pocas horas antes de la Nochevieja. El pacto, que ya ha sido remitido a las autoridades comunitarias para que otorguen su visto bueno, fue la nota de alivio que faltaba para cerrar con buen sabor de boca unas negociaciones que se iniciaron hace medio año y representaban el único fleco suelto para evitar un Brexit duro.
Reino Unido es desde ayer un país ajeno a la UE. Cuatro años y medio después de que los británicos se pronunciaran en referéndum a favor de la marcha del club comunitario, el país ha iniciado su camino por separado. A partir de ahora, está sujeto a sus propias leyes, bajo jurisdicción de sus tribunales, con control de sus aguas y tiene la libertad de negociar acuerdos comerciales con países fuera del bloque comunitario. Esa ruptura que tanto temor suscitaba comenzó sin contratiempos, en gran medida gracias al acuerdo sobre la relación futura que pactaron Bruselas y Londres el 24 de diciembre para evitar que fuera lo menos traumática posible para ambos.
Mientras la tranquilidad imperaba en el puerto de Dover y en la entrada del Eurotúnel, que conecta a Inglaterra con Francia, la única voz de pesar se escuchó por parte de la ministra principal de Escocia. Nicola Sturgeon instó a la UE a «mantener una luz encendida» porque asegura que el país más septentrional de las islas británicas «volverá pronto», convertido en una nación independiente. No en vano, uno de los frentes que se le abre al primer ministro, Boris Johnson, en esta nueva andadura sin la UE es lidiar con un nuevo referéndum secesionista que exigen los nacionalistas del partido SNP.
En Gibraltar, por el contrario, las sensaciones que se respiraban eran muy diferentes. Sus habitantes decían sentirse aliviados tras el acuerdo de Londres y Madrid que garantizará la libre circulación con España. El consenso logrado resultaba clave en el Peñón, al que acceden a diario unas 15.000 personas, la mayoría de ellas españolas, para trabajar. A esto se suman los miles de turistas que acuden atraídos por las tiendas libres de impuestos a un enclave de apenas 6,8 kilómetros cuadrados que es también lugar de paso de 50.000 camiones al año ya que importa todos los alimentos que consume.
Aunque ayer era día festivo y no se observaba el ir y venir habitual de trabajadores y turistas, los gibraltareños elogiaban el acuerdo alcanzado a última hora del jueves, poco antes de que expirara el periodo de transición del Brexit. De no haberse logrado, el refuerzo de los controles que debía implantarse y el sello de los pasaportes habrían demorado considerablemente la circulación y la habrían transformado en una frontera complicada.
Aun así, algunos de los residentes en el Peñón no ocultaban su preocupación por el hecho de que España controlará la aplicación de las reglas Schengen, al no ser Gibraltar un Estado soberano y no poder ser miembro de dicho espacio. En ese sentido, la agencia europea Frontex tendrá un papel de asistencia en los controles tanto en el puerto como en el aeropuerto, que serán puntos de entrada, durante el periodo de transición de cuatro años.
Los británicos que viajen al Peñón, eso sí, tendrán que usar su pasaporte, ya que en un futuro estarán entrando en el espacio Schengen, del que Reino Unido no es parte, como avanzó González Laya. La ministra se mostró confiada de que en seis meses pueda estar cerrado el tratado de la UE que regulará esta nueva relación de España y Gibraltar.
Bruselas, si bien ha arrancado el 2021 sin la pesada mochila del Brexit copando su agenda y con la satisfacción de haber sellado un buen acuerdo con Londres que mantiene la integridad del mercado único, tiene nuevos desafíos. Uno de los más importantes será cubrir los agujeros en la integración que han quedado al descubierto, además de velar por no quedarse atrás ahora que su hasta ahora fiel compañero británico pasa a ser un competidor.
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