El error bielorruso

Protasevich fue director y uno de los fundadores, junto con Stepán Putilo, de los canales de Telegram 'Nexta' y 'Nexta Live', con sede en Polonia y más de un millón de seguidores, principal fuente de información durante las primeras semanas de protestas antigubernamentales en Minsk el pasado año. Detenido en 2011, con 16 años, en una manifestación contra el presidente bielorruso durante la 'Revolución a través de las redes sociales' (acciones de protestas silenciosas convocadas en internet), evitó las sanciones penales a causa de su juventud, pero fue expulsado del colegio y, posteriormente, de la Universidad, lo que no le impidió militar en el Frente Juvenil y ser uno de los administradores de la red social rusa 'Vkontakte' hasta su exilio en Polonia y Lituania en 2019.

El acto de piratería aérea realizado por Bielorrusia tiene como objetivo neutralizar a quien consideran uno de sus disidentes más peligrosos, a la par que envía un rotundo mensaje a los opositores. Lukashenko justifica la intervención por una amenaza de bomba en el avión y acusa a Occidente de librar una guerra híbrida para estrangular a su país.

Las consecuencias de este acto llevan a preguntarse a cualquier observador neutral si los beneficios de la acción superan los perjuicios, sobre todo económicos, que lastrarán un poco más el desarrollo bielorruso. Fundamentalmente, porque las difíciles relaciones con la UE vuelven a tensarse como manifiesta la decisión del Consejo, el 24 de mayo, de cerrar su espacio aéreo a las compañías aéreas bielorrusas y el incremento de las sanciones que ya le habían impuesto en 2020.

Pero la Bielorrusia de Alexánder Lukashenko sigue teniendo un amigo importante: Rusia. Vladímir Putin le sigue apoyando, como reafirmó el pasado 26 de mayo en el Consejo de Seguridad de la ONU y en la reunión que mantuvo con él, dos días después, en Sochi, a la par que acusó de hipocresía a Occidente recordando el incidente, en 2013, del avión del entonces presidente de Bolivia, Evo Morales, en el que supuestamente viajaba Edward Snowden.

Putin es vital para Lukashenko. Poco después de las multitudinarias manifestaciones del pasado año firmó un decisivo préstamo de 1.500 millones de dólares para Bielorrusia, nuevos acuerdos sobre suministros de petróleo y gas y cooperación militar. El segundo tramo del mismo, de 500 millones de dólares, se firmó en la reunión que mantuvieron ambos mandatarios en el Cáucaso ruso.

Bielorrusia afronta un complejo contexto económico, con una importante deuda externa, una caída en los ingresos por el colapso del precio del petróleo y una recesión a la vista de la mano del Covid-19. A ello tenemos que añadir los efectos del aterrizaje forzoso del avión que pueden costarle el 20% de su PIB.

Ante esta situación, la posición de Lukashenko es cada vez más endeble y el aumento del aislamiento por parte de Occidente incrementa su dependencia de un Putin que considera a Bielorrusia como clave para las operaciones defensivas y ofensivas rusas en el nuevo frente central de Europa. Por eso se mantendrá inamovible en el encuentro que mantendrá este mes, en Suiza, con Joe Biden.