Las informaciones que circularon el jueves sobre la virulencia de la variante sudafricana dispararon la preocupación en todo el mundo, pero no fue hasta ayer cuando se anunciaron en cascada los cierre de fronteras con siete países del sur de África por el alto grado ... de transmisibilidad de la variante Ómicron. Con los contagios en una nueva fase de repunte por toda Europa, la reacción más rápida fue la de los Veintisiete para intentar protegerse con la suspensión de todas las operaciones aéreas comerciales con la zona austral del continente negro. La respuesta de Bruselas fue mucho más rápida que en ocasiones anteriores, pero Ómicron ya había entrado en nuestro territorio.
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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, realizaba el llamamiento a blindarse a primera hora de ayer con un 'tweet' de reacción rápida. Pedía tirar del 'freno de emergencia', como se conoce al mecanismo europeo que permite imponer con rapidez el cierre de fronteras y, en consecuencia, las restricciones a los viajes ante la aparición de nuevas variantes o una situación extrema de contagios. «La Comisión Europea propondrá, en estrecha coordinación con los Estados, activar el freno de emergencia para detener los viajes aéreos desde la región del África meridional por la preocupación que genera la variante B.1.1.529», como se conoce técnicamente a esta nueva mutación.
Se esperaba que el Ejecutivo pudiera concretar al mediodía la relación de países que se verían afectados por ese veto a los vuelos comerciales. De hecho, Bruselas había solicitado una reunión urgente con los embajadores permanentes de los Veintisiete en la capital comunitaria para tratar el asunto al tiempo que Von der Leyen convocaba a su equipo de asesores. «Queremos seguir vigilantes y recomendamos a los miembros que sigan muy vigilantes respecto al virus que circula. Queremos actuar con rapidez, de forma coordinada y coherente», aseguraba la portavoz de la Comisión, Dana Spinant.
También mantuvo contacto con Eurocontrol y EASA, la agencia europea de seguridad aérea, para que preparara recomendaciones de aplicación práctica e inmediata para las compañías aéreas y la red de aeropuertos europeos.
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El llamamiento de la presidenta de la Comisión Europea, vía Twitter, siguió a los anuncios de cierre de contactos con el sur de África que ya comenzaron a sucederse en cascada entre varios países extracomunitarios el mismo jueves. Israel y el Reino Unido dieron el primer paso, pero de inmediato siguieron ayer los 'socios' Alemania, Países Bajos, Italia, Francia y España a la hora de suspender el tráfico aéreo con Botswana, Esuatini (antigua Swazilandia), Lesotho, Namibia, Zimbabue y Sudáfrica, los mismos países a los que toda la UE selló sus fronteras por la tarde, como también hicieron Estados Unidos y Canadá horas después.
Los europeos han impuesto pruebas de control obligatorias para los viajeros que lleguen desde esos territorios, además de períodos de cuarentena que vuelven a moverse entre los diez y los catorce días.
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Mientras, el ministro de Salud de Sudáfrica, Joe Phaala, lamentó las «injustificadas» prohibiciones de viaje de la comunidad internacional contra su país. En comentarios recogidos por Sky News, Phaala, aseguró que esta cadena de reacciones «instintivas» contravienen las «normas y los estándares» de la OMS y declaró que el país ha actuado con «transparencia».
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